Concurso de Microrrelatos de Terror #MicroTerror256 - Semana 4 - El ente
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Cuando mi hermana Marcia tenía ocho años, mi familia se mudó a un rancho (casa de paredes de madera y techo de láminas de zinc) en una zona de Caracas aún no poblada y, por ende, sin nombre. Era monte y culebra como dicen, así que tuvieron qué limpiar bastante para fabricar la casita.
Desde la primera noche comenzó Marcia a despertar gritando en la madrugada: -“¡El muñeco rosado!” vuelta un mar de lágrimas. Después de la pesadilla no había forma de que aceptase continuar durmiendo. Me cuentan que se aferraba a mi mamá con tal fuerza que le dejaba las uñas marcadas como cárdenas señales en los brazos.
Una vecina le dijo a mi mamá que podía ser un duende que la estuviese molestando, que el mejor remedio era colocar bajo su almohada un retazo de tela negra, que eso le espantaría. Mi madre lo hizo así y me cuenta (Porque para esa época yo estaba recién nacida) que esa noche durmió con un sueño profundo y sereno.
“-¡Santo remedio!” Exclamó aliviada la trasnochada familia. Pero a media mañana, en pleno juego en la calle con mis otros hermanos Marcia lanzó un alarido y señalando hacia los matorrales cercanos gritó con pavor: - “¡El muñeco rosado, dice que se va a ir pero me va a llevar!” Se encerró en casa, en la cocina, pasó todo el día gimoteando. Esa noche durmió tranquila con la tela negra bajo la almohada. En la mañana no estaba en su cuarto. Jamás pudimos saber de ella. Nunca regresó.