El placer de la sangre

Acariciaba dulcemente su cuello con el filo de un cuchillo traído del infierno. Antes de lograr el coito jugaban al precipicio del placer.

"Por favor, átame a la cama, pon unas vendas en mis ojos y dame cachetadas."

No sabían a qué estaban jugando.

Una noche, él comenzó a coger un gusto raro por el juego y poco a poco se olvidaba del placer, el leitmotiv de sus encuentros.

"¿Recuerdas la vez que leímos a Baudelaire?"

"Si, por supuesto, luego escribimos un relato corto, inspirado en él, muy erótico por cierto."

"Sobre el sexo anal."

Cuando ella escuchó esa respuesta y notó sus ojos rojizos, casi sangrantes, corrió por toda la casa en búsqueda de una salida antes de que él terminara de amarrarla, pero fue en vano...

Una cuerda salvó el momento. La cogió y la arrastró por la casa hasta llegar a la habitación. Acarició una vez más su cuello con el cuchillo, comenzaba a herirla para luego besarla con su propia sangre.

Y cuando por fin la penetró, ella se volvió parte de ellos. Una bestia evocada por Charles, nacida de las flores del mal, de las que solo quieren sangre y placer. Sus ojos comenzaron a sangrar e hicieron el amor por el lado prohíbido, repletos de sangre, después de la muerte.

Participación para este gran concurso