Inquieta solo doy vueltas en la cama y trato de no mirar hacia la puerta de mi cuarto, no quiero mirar esa cortina gris, atormentándome en las madrugadas de insomnio porque siempre pasa lo mismo.

Intento desviar la mirada porque sé que va a ocurrir pero de forma instantánea vuelvo al mismo punto, la puerta. Ya sé que si vuelvo a mirar por tercera vez todo se volverá a repetir como todas las noches. Por más que lo intenté no logré evitarlo y devuelvo la mirada a donde no quiero. Un humo negro, muy espeso, empieza aparecer por debajo de la cortina, subiendo ligeramente hasta llegar al techo, formando un enorme remolino de donde sale dos enormes ojos amarillos que me miran fijamente y me hacen estremecer cada parte de mi ser, paralizada del miedo, solo logro taparme con mi cobija, para protegerme de eso que me visita cada noche, solo me queda esperar hasta que amanezca.