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Lo vería entre la multitud. Con voz indiferente le diría Hola para disimular su emoción y las horas en que ansiosamente esperaba el encuentro. Él la vería con admiración, luego su mirada penetrante se encajaría en la de ella como tratando de descifrar que había detrás de esa aparente calma.

Bailarían toda la noche, a medida que avanzaban las horas la timidez de Anna iría desapareciendo. Reirían, charlarían, sus mejillas se rozarían como al descuido.

Él le diría lo intrigante que ella como mujer le resultaba y la alegría que sentía porque decidiera compartir ese baile con él. Anna se sonrojaría, él no sabría si sería por sus comentarios o por el vino que degustaban, en lo que sí estaba seguro, era de qué sus mejillas cada vez más sonrosadas le resultaban muy atrayentes…

Anna se dejaría llevar por la magia nocturna. Sin saber cómo aparecería en una gran terraza abrazada a él. La enorme luna sería testigo de la pasión desbordada. Sentiría vergüenza por haber accedido tan rápido a acompañarlo a su departamento, pero el efecto del licor junto a la seductora sonrisa de él habrían vencido su resistencia.

El amanecer se acercaba mientras un hilo rojo hacía su recorrido desde el pálido cuerpo hasta el desnivel de la romántica terraza. Anna lo había vuelto a hacer. Se lamentaría de su poco control mientras vería su cuerpo inerte. Esta será la última vez se repetiría como lo hacía siempre que terminaban sus citas amorosas.

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Ësta es mi participación en el Concurso propuesto por @trenz: Microrrelatos de terror. ¡Consulta las bases aquí ! y anímate a participar.