Anabel una periodista exitosa decidió ir a Endsville. Allí la población envejecía sin motivo o se encontraban envueltos en capullos. Nadie sabía explicar el porqué de este fenómeno. Al llegar se instaló en un desvencijado hostal que era atendido por un par de ancianos, quienes le advirtieron:

– Aún somos jóvenes. Huye mientras puedas. No sigas aquí.

Ella hizo caso omiso y decidió quedarse.

Esa misma tarde salió a recorrer el pueblo. Todos la evadían. Cerraban sus puertas cuando se aproximarse. Solo una dulce y tierna viejecita decidió recibirla. Le ofreció un té helado que Anabel agradeció. Aracne como se llamaba la viejecita, comenzó a contarle:

– Endsville era un pueblo hermoso y alegre. Sus habitantes acostumbraban a celebrar semanalmente una fiesta. De esa manera compartían todos los vecinos. De repente, comenzaron a desaparecer los habitantes y comenzaron a aparecer ancianos o en tiernos capullos. Así sustraen su esencia vital. Esto que vez –continuaba Aracne– son despojos humano, ya no son alimentos.

Intrigada Anabel le preguntó si ella había visto a ese ente o si había sido víctima de él, a lo que Aracne respondió,

– ¿Por qué crees es un él?

De repente, Anabel comenzó a sentirse mareada y sin voluntad, vio su rostro en el espejo lleno marchitos, sus ojos vacíos no transmitían nada. La mano que le había tendido la dulce y tierna Aracne no era más que un aguijón que succionaba su esencia vital.

Aracne pertenecía a una extraña raza de arañas gigantes que se alimentaba de la esencia humana.

MUJER ARAÑA)

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