Las primeras horas del ataque interplanetario

Un ataque había comenzado, al menos eso decían los noticieros, pero en esta ocasión no era algún país africano o del medio oriente el que se veía amenazado, no. Esta vez la amenaza se posicionó en las capitales y el resto de las ciudades más importantes del planeta.

Londres cayó a las 6:00 a. m., Washington sufrió la misma fortuna una hora después, de Bogotá y todo el Perú, en la mayor parte de su extensión, solo quedan ruinas. Lo que alguna vez fueron naciones en el Caribe, hoy solo son islas desiertas.

Observé desde el techo de mi casa cuando esas naves aparecieron sobrevolando los cielos de Caracas y, sin dar tiempo para reaccionar, dispararon una especie de 'rayos láser' rojos que, según mis deducciones, generan tal grado de calor que convierten casi todo en alguna especie de cristal o vidrio.

Al observar aquella escena, el horror me embargó. Ese día mi pequeño niño iba en un viaje escolar al palacio presidencial, en el centro de la ciudad. Me negué a pensar en que hubiese perecido tras aquella ráfaga, ¿Acaso un padre puede aceptar la pérdida de su hijo?

Subí a mi auto y me dirigí lo más rápido que pude al centro de la ciudad, esquivé escombros y resbalé por el suelo cristalizado para finalmente llegar a mi destino y encontrarme con la cruda realidad: El palacio destruido.

En ese preciso instante me desvanecí, el tiempo mismo dejó de existir por un segundo, solo para abrir paso al agonizante dolor que me arropó.

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El relato que acaban de leer es parte de mi participación en el Concurso de Microrrelatos de Ciencia Ficción #MicroCiFi256 convocado por el usuario @trenz. Espero les haya gustado, les invito a participar también :D.

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