Siempre solían hablar de investigaciones científicas y hechos históricos que yo desconocía y muchas veces no entendía. “Hay pruebas que confirman la existencia de vida extraterrestre con una tecnología aun mejor que la nuestra”. Así comenzaba el debate cada sábado cuando mi padre se reunía con sus viejos amigos y colegas. Un amigo de mi papá siempre repetía lo mismo: “Yo tenía un hermano” poniéndose a llorar y luego todos terminaban hablando sobre “la abducción extraterrestre”.

Mi madre quien nunca disfrutó de esas platicas tal vez porque la asustaban igual que a mí, se disgustaba y decía: “jamás he sabido de tales descubrimientos científicos, nada de eso es cierto, además, él jamás tuvo un hermano” luego se encerraba en su cuarto, quizás para evitar escucharlos. Ese sábado no fue la excepción; el tema de conversación regresó, cuando el hombre mencionó “yo vi que experimentaron con su cuerpo hasta matarlo”, busqué a mi madre con la mirada esperando su típico comentario. Ella se levantó de la silla molesta y se dirigió a su cuarto, antes de entrar me recordó: “Son solo cuentos”. Yo me levanté y la seguí, de todas formas no entendía nada de la conversación así que no valía la pena quedarme, pero mi madre no me vio y me cerró la puerta en la cara, percibí un extraño resplandor proveniente de la puerta, la abrí inmediatamente y al entrar en la habitación quedé desconcertada, no había nadie. Jamás volvimos a saber de mi madre.