X91-Ch-a trabajaba en el proyecto para detener la evolución -sin amenaza para la vida- de las especies sustentadas en hemoglobina, cuando encontró antiguas referencias a la hemocianina, proteína compuesta por oxigeno y cobre que proporcionaba al fluido de artrópodos extinguidos en la tierra una tonalidad irrepresentable en la gama de colores.

X91-Ch-a no sabía pensar de manera sencilla, realizó un algoritmo elemental para entender la sustancia. El análisis se tradujo al lenguaje comunicativo: “Es sangre azur”.

La conclusión impactó a X91-Ch-a, ubicó la significación de la palabra “azur” en un idioma original terráqueo y a partir de allí se dedicó a recabar información para representársela, visitó “Museos de la tierra” esparcidos por la galaxia y lentamente fue dándose una idea.

Era un color. Solo se pronunció, y usó, durante cuarenta generaciones terráqueas en la Época Reproductiva Interactiva Independiente, antes no se le mencionaba; posteriormente, desapareció de los registros científicos, históricos, lingüísticos y literarios.

En las primeras décadas de la Nanologia Incipiente el azul se convirtió en misterio, por milenios, nuevamente.

X91-Ch-a descubrió, indagando, los mitos terráqueos y las ideas sobre hombres puros. Su celda se llenó de hologramas: mariposas, moluscos, seres antropomórficos alados, de tejidos transparentes, entes desacelerados, contemplativos… Sus probetas comenzaron a cambiar de color, ya no trabajaba en sangre escarlata, sustituía las moléculas de hierro por cobre.

Ahora entraba a la unidad de Origen Viviente: las células recibirían el líquido azul y viscoso que cambiaría sus sinapsis.

Nueve meses después, con seres de sangre azul, nacería otro tiempo, uno mejor, pensaba.