Concurso de Microrrelatos de Ciencia Ficción #MicroCiFi256 - Semana 6 - El día que el tiempo se detuvo.

No recuerda desde cuando el tema del amor verdadero se le incrustó en la mente, huérfano de padre y madre desde muy niño solo tuvo manifestaciones de afecto para sí mismo, pero ávido lector como era, le intrigaban las grandes historias románticas, donde se hablaba de un sentimiento tan grande que era capaz de provocar la muerte. Eso no podía creerlo.

Corrían ya los tiempos donde insertarse un microchip en la piel por cualquier motivación había desplazado al tatuaje. Ahora la gente lucía diminutos montículos más pequeños que una espinilla, unos para guardar datos bancarios, currículos y contraseñas; otros para ingresar a clubes, como jugador o visitante; para guardar bibliotecas digitales completas; para almacenar y escuchar música; aumentar el placer sexual; inhibir el sentido del olfato a capricho; aumentar la concentración; seleccionar el día para detener su tiempo cronológico, entre otras.

Reyes, portador de varios implantes se hizo colocar un microchip, que le avisaría la llegada del amor verdadero, no se guiaría por latidos del corazón, sudoraciones, ni cualquier manifestación verbal que viniera del otro, sino que el minúsculo artefacto le mostraría de manera evidente cuando la reciprocidad amorosa entre él y otro ser había llegado.

El funcionamiento de cada uno de estos adminísculos, eran revisados por equipos robóticos de alta tecnología, cuya garantía de funcionamiento era imperecedera. Reyes cumplió los 130 años y su tiempo se detuvo tal como estaba prescrito, en el implante correspondiente, íngrimo y solo como siempre vivió, recibió la muerte en silencio y sin dolientes.