Finalmente volvía a su país, con un Philosophiæ doctor en Biogenética, contratada por un innovador chef, para llevar a feliz término su proyecto gastronómico: criar la sepia comestible, además, los cromatóforos, de esta inteligente especie marina, debían retener los matices azules, marketing, del distinguido restaurant "La Jibia Azul", para ofrecer a los sibaritas una degustación memorable. Ya en la entrada de su antiguo chalet, celebró complacida las gotas de lluvia, rociadas desde lo alto de la acacia, por aquella hermosa joven procedente de una favela. La variedad de sus juegos, la mantenían fascinada.

Ya instalada en la estación de biología molecular, diseñó para la fóvea de la sepia, un dispositivo ocular, <organoescámico>, genéticamente compatible con el Scarus coeruleus y, un disfraz análogo, sedoso, translúcido, en tonalidades azules, para facilitarle la intimidad dentro del embalse. Estos armoniosos especímenes, demandan delicadeza.

La genialidad de Serguéi Rajmáninov, acompañó la celebración del logro transgénico. La música desde su abstracción, envolvía la gastronomía exótica. Moët & Chandon y un salpicado de algas aromáticas, resaltaban la primorosa inspiración del Chef. Los efusivos elogios, fueron interrumpidos por el breve desmayo de la científica, justo en el momento de probar la sepia azul. Superado el incidente durante el adagio, la degustación finalizó justo con el alla breve del concierto No. 3 in D minor.

Un examen de citogenética molecular, guardado en su libreta, confirmaba contra todo pronóstico, el diagnóstico de su embarazo.

Suerte a todos