tuvo setecientas mujeres propias, y trescientas concubinas.

No hay que advertir entre Cristianos, que el Matrimonio es santo, pues saben, y creen, que lo canonizó Dios, queriendo ser el primer casa Montero del mundo, y que después Cristo lo con sangre en sacramento, aprobando con su asistencia una boda, (bien que llamado a ella) en que sacó a luz la habilidad de hacer milagros, estrenándola no en alguna diversión, (como ahora se usa) sino en una conversión, símbolo de la de nuestras almas . de donde los que tratan al Matrimonio de insoportable carga, le imponen un defecto, que no es del estado, sino de los que lo profesan; porque el Matrimonio por sí no es insufrible, los mal casados hacen que lo sea; y si el error de un artífice no se atribuye al arte, el engaño del Aritmético à la Aritmética; ¿por qué se ha de atribuir la culpa que es del casado al casamiento? Un hombre solo no podrá llevar un gran madero, y si lo lleva, irá con él arrastran do; pero dos lo llevan bien. La cruz del matrimonio requiere dos hombros: si todo el peso recae en uno, o no lo podrá llevar, a irá con él reventando; apliquen ambos el hombro à la carga, y verán la suave facilidad con que se lleva.
La segunda razon de oprimir este peso consiste en la desigualdad de los que se unen à llevarlo, porque si uno es alto, y el otro bajo, refunde en este todo el gravamen: y esto tampoco es cual paz del estado, sino de quien no casa con igual; y no es mucho, que pese mucho al que no buscó quien le ayudase. Dios, que quiso dar a Adán mujer que le ayudara, se la buscó semejante. Uno, y otro dice el Genesis 2. 18. sean, pues, iguales los consortes, si quieren después correr parejas, porque, de lo contrario nace la falta de unión, y sobra de pesares. Suele ser el interés el agresor de esta culpa, anteponiendo los medios al fin, y son después los mismos medios verdugos de ese fin; porque cuando el fin de quien casa es Ja hacienda, y la hermosura, suele ser el juego, y la edad quien sin divorcio los desune.; pero la virtud, y cordura se aumentan con el tiempo. Díselo en muchas partes Salomón, el más sabio de los hombres, y el más experimentado en mu eres, pues

tuvo setecientas mujeres propias, y trescientas concubinas.