Aprender del desastre

El era muchas cosas, no era perfecto, todo lo contrario.

Físicamente era poco agraciado, piel muy palida, extremidades muy largas con respecto al resto de su cuerpo, se estaba quedando calvo y tenía varios kilos de sobra con grasa mal distribuida.

No era tampoco un hombre de talentos, no le gustaban los deportes ni las artes, no disfrutaba de las pasiones o los vicios, no recuerdo realmente que le gustara hacer algo además de dormir y comer y hasta en eso era terrible, dormía mas de la cuenta y comía cuánta chatarra pudiera.

Tenía un carácter espantoso, podía molestarse por cualquier cosa o por absolutamente nada, algunos días simplemente despertaba de mal humor y se descargaba conmigo como si yo fuera la culpable de sus males, problemas que estaban en su cabeza y nada más.

Definitivamente el era un desastre, una persona difícil de tratar y más aún de soportar, pero yo lo quería.

Entre tantos defectos supe encontrar sus virtudes y me enamore de ellas profundamente, yo tampoco soy perfecta y el lo sabía, pero a sus ojos lo era y me trataba como si yo fuera un ser divino que llego a su vida para bendecirlo, pero la verdad es que el era mi milagro.

Un angel que trajo debajo del brazo un puñal, iluminó mi existencia y antes de irse, me atravesó el corazón con una sola estocada.

Se fué.

Me desangraba, dijo "adiós" y ya no habia nada que hacer, no volvería aunque yo prendiera 100 velas y elevara mis plegarias a los todos los dioses existentes.

Luego comprendí, me hizo un favor.

Su bendición consistía en convertirme en alguien mejor, en enseñarme las imperfecciones de los mortales, aprendí todo lo que no debía hacer o ser, como comportarme y entregarme, me preparó para amar sin medidas, ser complaciente, grácil, dedicada, todo lo que el quería y me dejó libre para que alguien me encontrara y me amara todo lo que el no podía.

El no podía amarme, ahora lo entiendo.

Fuiste muchas cosas, pero principalmente, fuiste una lección.

Si hay algo que dejan lo desastres son enseñanzas.

Gracias.