Capítulo I: El Encuentro

Mirando las luces que se acercaban poco a poco hacia mi hogar, recordé aquel día, cuando ella de repente me dijo que nunca más tendría que temerle al frío. Había sido inesperado la verdad, sus palabras no parecían coherentes; ¿Temerle al frío? , ¿Yo? Tenía que ser un chiste.

Solía estar allí, solo, todos los inviernos y veranos que pasaban con el viento helado adornando ese lugar. No lo había visto mágico ni cálido, aunque la blancura de esa montaña congelada era tan impactante como el que mi cuerpo estuviera acostumbrado a tal temperatura.

¿Mi cuerpo o mi alma? No entendía bien qué era, los aldeanos más cercanos me llamaban Dios Invernal, unos me adoraban particularmente, a veces hasta dejándome ofrendas, mientras que los escépticos atribuían a mi humanidad una especie de mutación y una parte más grande solía decir que estaba maldito desde el nacimiento, y que yo había traído desgracias al pueblo.

Habían leyendas, la más acertada que mi madre fue un espíritu sagrado de la montaña y conoció a mi padre, un simple cazador, quien una noche se perdió y volvió dos semanas después asegurando haberse enamorado del invierno. Ellos tuvieron su historia de amor, sus años juntos.

Pero, luego de un trágico desenlace, terminé valiendome por mí mismo desde que tenía nueve años. En una pequeña cabaña cubierta de nieve, llena de recuerdos y frío.

Yo no le temía al frío, lo consideraba incluso mi amigo más cercano. Me escuchaba atentamente, acompañaba todo el día e incluso sentía que formaba parte de mí.

Sin embargo, ella me hizo verlo de otra forma. Su calidez había calado en mi helado corazón y de repente empecé a necesitarla.

— ¿Por qué vives aquí? ¿Es que no te asusta estar solo?

Esa niña, un poquito más alta que yo, me observaba con curiosidad. Nos habíamos conocido la tarde de mi décimo primer cumpleaños, ella se perdió en la montaña porque una tormenta de nieve le había atrapado y yo la hallé por pura casualidad.

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—No me asustan esas cosas —Le respondí serio, la verdad me sentía algo ansioso debido a su mirada.

Entrecerró los ojos, acercándose más hacia mí. Estábamos en la cabaña, sentados en el suelo cerca de la chimenea que encendí para que pudiera calentarse.

—No te creo, ¿Cuántos años tienes? —meditó unos segundos, escaneandome de arriba hacia abajo—. Mi abuelo dice que eres un Dios, pero los dioses son viejos y tu te ves de mi edad.

—Hoy tengo once años —esquivé el encuentro de nuestros ojos porque esa muchachita me ponía nervioso. Hasta empezaba a creer que había sido mala idea ayudarla.

— ¡Oh, por Dios! ¿Es tu cumpleaños? —La vi levantarse y buscar algo en una cesta que llevaba consigo—. Hice mi primer pastel hoy, es de chocolate. No sé si te guste, pero te lo regalo.

Entonces puso ante mí su creación, era pequeño y algo deforme. Me dio risa, sin intención de ser grosero, pero eso se veía realmente mal.

—Oye, no te rías, dije que es el primero que hago —levantó una ceja mirándome con molestia.

Sacó una vela pequeña de su bolsillo y con el fuego de la chimenea la encendió, clavandola en el pastel después. Pensé que era mucha coincidencia, pero no dije nada y decidí solo seguir con la mirada sus acciones.

—Feliz cumpleaños, Dios del invierno —comentó con una sonrisa.

Mi corazón, por una razón que no comprendía muy bien en ese momento, comenzó a saltar como si quisiera escaparse del pecho. Nunca antes había sentido algo así.

—Zephyr —Mi nombre escapó de mis labios antes de que siquiera pensara decirlo—. Me llamo Zephyr.

Ella se quedó mirándome unos segundos, primero sorprendida y después volvió a mostrarse sonriente, pero era una sonrisa diferente. Fue la primera vez que percibí su calidez.

—Eira, es mi nombre —extendió una mano hacia mí—. Y te deseo un feliz cumpleaños, Zephyr.

Después de un tiempo hemos decidido compartir nuevamente otra de nuestras historias con ustedes, esto es algo que hemos construido con mucho cariño por lo que esperamos que hayan disfrutado de cada palabra, tanto como lo fue para nosotras escribirlas. Les agradecemos el haberse tomado un momento para leer, nos encantará saber qué piensan sobre esta historia, así que si desean comentar, estaremos respondiéndoles en cuanto nos sea posible. Estén atentos que próximamente estaremos trayéndoles un nuevo capitulo.

Desde este lado del mundo, se despide con cariño @cafeconleche.

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