La muerte sobre tus labios (1)
Capítulo 1 - Sobre el mar
Un día entre otros muchos, un joven apasionado por la navegación y las playas vírgenes, se encontraba en su velero de 23 metros de eslora, curiosamente, tras dos meses navegando sin rumbo fijo, repetía cada mañana las mismas palabras:
- Dulce mar y amargo destino, me voy para no volver y volví siendo vecino, de las mejores playas y a mi no me importa moverme al ritmo del viento, con las repeticiones de un molino.
Se le veía un poco disgustado por su visión del mundo, agotado de tanto mar y tan poca tierra, es más, a cada parada que hacia, recogía un trocito de arena o piedras de cada playa y las clasificaba en su camerino. Un camerino individual pero que parece que hubieran habitado cuatro jóvenes y hubieran montado una fiesta, a cada día que pasaba, más sucio se encontraba. Tras una parada en Mallorca, subiendo por Barcelona, finalmente decidió descansar en una preciosa playa a la cual tan solo se puede acceder en barco, "Ille de Riou", una playa virgen perfecta para practicar snorkel y submarinismo, pero no era el estilo de Lukas, él era más de sentarse sobre la eslora y disfrutar de las vistas mientras cantaba su canción favorita en voz baja.
Tras unas horas de descanso, poco antes de zarpar de nuevo, avistó algo inusual, se fijó en un detalle que jamás anteriormente se había fijado, aquella figura brillaba cada vez más a la vez que se acercaba, Lukas se quedó perplejo, no podía apartar la vista. Tal belleza no podía ser reflejada ni en las aguas más cristalinas, por causa de un aumento sobrenatural de brillo. Los ojos del joven no se separaban de tal tesoro.
- Tras buscar mi felicidad en todas las orillas del mar, a mis espaldas se acerca la mismísima luz del sol, me derrito por su brillantez y sigo sin entender cual será su procedencia, aunque de la Tierra dudo que lo sea - dijo Lukas asombrado.
La otra embarcación se iba acercando hasta que varios laterales casi rozaron, y la joven, con una sonrisa inmensa en su rostro tan bello, le preguntó a Lukas:
- ¿Sabría usted como llegar a Vada? Un pequeño pueblo pesquero cercano a Florencia.
Lukas, aun sin haberse recuperado, tartamudeando un poco le respondió tardiamente:
Claro, ¿necesita usted que le lleve hasta tal punto?
Sí por favor. - Respondió la joven, pero ni con tiempo de dejar pasar el aire, Lukas le dijo:
Permítame presentarme, me llamo Lukas, usted señorita, ¿que nombre recibe tal belleza?
No exagere usted, por favor.. me hará ponerme colorida. Me llamo Nicole, encantada. Me puede tutear si quere. - Respondió amablemente la joven.
Muy bien, pues si quieres puedes subir a mi humilde velero y disfrutar del largo y bonito viaje que nos espera por delante. - Con una gran sonrisa acabó la conversación Lukas.
Tras varias intercambios de miradas y datos personales, Lukas y Nicole estaban listos para zarpar hacia Vada. Al observar el hermoso velero por fuera, la chica decidió pedirle permiso para verlo por dentro, a lo que Lukas se lo negó rotundamente. La joven rápidamente entendió el porqué y soltó pequeñas carcajadas, y le susurró al oído:
- No me importa lo sucio que esté por dentro, posiblemente tu y yo vayamos a desordenarlo aun más.
Lukas, con una cara de asombro, decidió llevarla hacia el interior, donde el velero se dividía en un baño, un salón-cocina con varios electrodomésticos y un televisor, y finalmente su camerino, el lugar de refugio para el joven, donde en un futuro compartirá con Nicole. La joven, se quedó sin palabras al observar lo grande que era y con los ojos en todos lados, le dijo con una voz temblando lo hermoso que le parecía su velero. Tras varios días llegaron al puerto de Génova, donde amarraron varias horas para descansar y meterse un buen rato en el camerino.