La tranquilidad del campo, algo que no tiene precio! RD una maravilla real.
Despertarse al sonido de los cencerros de las vacas y de más de 40 modalidades de canto de pájaro diferente.
Pisar la hierba mojada por la mañana. La hierba de verdad, la del prado, la que crece porque sí, no el césped que plantamos alrededor de la piscina. Mirar para todas partes y ver todo en verde, verde y más verde. Montañas y caminos, hasta casi la orilla del mar.
Creo que deben conocer por estos lares más de mil tonos de verde, como los esquimales conocen del blanco... ;-)
Agua limpia y cristalina, con varias tonalidades que van del azul cielo al verde más esmeralda... Caballos, vacas, cabritas, aves de todas clases. Por todas partes y en cualquier parte donde mires.
Y por supuesto ver a Paula correr de aquí para allá, sin parar en todo el día, disfrutando de todo y a todas horas, acabar agotada y aún así no querer dormir como si no quisiese dejar de disfrutar ni un sólo minuto, ni perderse nada de nada.
Compensa tanto, limpia tanto y renueva tanto, que borra las nubes, esas que tapan el sol a cada poco, borra la llovizna fina y lenta que penetra y genera una humedad que para los de interior es difícil sobrellevar.
Borra cualquier cosa que a veces pueda empañar tanta belleza. La vida del campo tiene algo que me maravilla...