Dos sabios pescadores (serie de relatos)

Por @latino.romano

  Los pescadores se sentaron sobre sus balsas para darle al joven la orientación deseada.

—Permítenos preguntarte algo: ¿Son los defectos de tus compañeros tan graves que la cosecha peligre y el pueblo muera de hambre? —inquirió Lim.

—No, no tan graves así —respondió el joven.

—Pero quizá son tan graves que sus propias vidas o las de alguien cercano estén en peligro —sugirió Xun.

—Tampoco es el caso maestro —indicó el joven— son tantos detalles que cada uno de ellos manifiesta que ya son muchos para numerarlos.

—¡Exacto! En ese caso tendrían que venir todos ellos a hablar con nosotros —mencionó Xun.

—¿Por qué crees que no les gusta que siempre les llames la atención?

—No lo sé maestro, ya no sé cómo hablarles —dijo el joven contristado.

—¿Has tratado de hacer fuego para evitar el frío? —preguntó Lim.

—¿Qué clase de leña usas para encenderlo? ¿Palos secos o cenizas? —planteó Xun.

—Lo correcto es usar palos secos, son más apropiados —aseguró el joven.

—Claro que sí, revolver cenizas no sirve para hacer fuego, solo para mancharte el rostro y la ropa. Así es pasarse el día viendo defectos en los demás y luego echárselos en cara, solo te ganará la antipatía de tus compañeros —dijo Lim con tono paternal.

—Mejor es destacar las cualidades de ellos que son útiles —concordó Xun.

—Es probable que esa sea la solución a tu problema —sentenció Lim con una sonrisa.

El agua comenzó a moverse de nuevo y los pescadores volvieron a su faena.

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