El Perro Fiel (Novela sin terminar) Parte 13

in #literatura6 years ago

Finalmente había acabado, ambos resistieron todo lo que pudieron, Nico se sentaría al borde de la cama suspirado suavemente, mientras que Tina se sentaría recogiendo sus piernas y abrasándolas, hubo un momento de silencio, Tina solo se lo quedaría mirando, hasta que juntando algo de valor se acercaría a Nico, con sus dedos movería su cabello exponiendo su rostro, entonces, suavemente besaría su mejilla dejando a Nico estupefacto.

_ Gracias. - dijo Tina en un tierno susurro sentándose de rodillas en la cama.

_ ¿E-Eso por qué?- pregunto el joven pelinegro tocando su mejilla.

_ Te doy las gracias ¿No lo recuerdas? Siempre te daba un beso en la mejilla cuando era una niña, como recompensa cuando me consentías. - dijo con una tierna sonrisa.

_ Si es que… Pues eso, no lo habías hecho desde ese entonces, supongo que había perdido la costumbre. - Nico se levantó de la cama – Ya debo irme, se acerca la hora del almuerzo, deberías prepararte tu también. – dijo levantandose y dirigiéndose a la puerta, no sin antes regalarle una sonrisa a Tina.

_Sí, te veré en el almuerzo. - dijo mirándolo irse y al quedar sola se desplomaría en la cama sonrojada, suspirando algo frustrada para luego acariciar sus labios.

Justo afuera en el pasillo Nico paso frente a una de las tantas flores de belladona que había en las enredaderas de la casa, aspiro profundamente el olor de la flor buscando calmarse como siempre, pero esta vez no sintió alivio, caminaría a su habitación, pero a mitad de camino se detendría, y suspiraría con la cara contra un muro, lucia agotado como nunca lo había estado, acaricio su mejilla justo donde Tina le había besado con la mirada algo dispersa, y en su pecho ahí estaba de nuevo, ese fuerte remolino que apretaba mucho más que antes, luego sintió como desde atrás unas manos suaves acariciaban su espalda, Nico voltearía con los ojos brillantes entre sorprendido y esperanzado, y frente a él estaba Francesca – ¿Esto es todo lo que la señorita Albertina dejo para mí? - dijo acariciando el mentón del alto mayordomo quien ahora tenía una mirada más tranquila como de costumbre, sin mucho brillo, ella solo sonrió, tomo su mano, y lo atrajo a una habitación vacía, nuevamente encontraría como deshacerse ese remolino.

Pasadas un par de horas Tina se sentiría totalmente recuperada físicamente, y muy hambrienta, sentía cierta ligereza en sus piernas, ese masaje la había ayudado a ponerse de pie, aunque sabía que no podía hacer ningún tipo de esfuerzo extra, afortunadamente ese era un día en que le tocaba trabajar en la perfumería, un trabajo que requería de concentración y detalle más que de esfuerzo físico como cuando le tocaba trabajar en el viñedo. Se presentó a la mesa vistiendo sencillamente, aun así, lucia hermosa, al momento también llegaría su abuela, dejaba a su paso un aroma nuevo, era obvio que venía de la perfumería, curiosamente Nico no estaba con ella.

_ Hola abuela. - dijo la joven levantándose de su silla para recibir apropiadamente a su abuela, a pesar de la fatiga.

_ *Luces mejor de lo que Nico me dijo me dijo- se acercó a su nieta para darle un beso en cada mejilla – ¿Te hizo uno de esos masajes? - le pregunto en un tono más discreto.

_ Sí, estuvo bien. - respondió de igual modo.

_ ¿Solo bien? Mi niña… Yo he recibido esos masajes muchas veces, se cómo son, no tienes que ser modesta. - dijo con una de sus sonrisas algo picaras.

_ B-Bueno si, fue una maravilla… - dijo en un suspiro de alivio y satisfacción al recordarlo:

_ Ahora sí parece que hablamos de ese muchacho. - tomo la mano de su nieta y se sentaron una junto a la otra.

_ Hablando de Nico… ¿Dónde está? Es raro no verlo llegar contigo. -

_ Luego de que me aviso de que se encargaría de ti, no lo vi hasta después de unas horas, lucia como si viniera de soltar una fuerte carga de si, le dije que se tomara su tiempo. - decía mientras arreglaba una servilleta en su regazo – Supongo que es por la época. -

_ ¿La época? – exclamo mientras le servían la entrada.

_ Sí, ese muchacho trabajo demasiado duro, cuida de mí y de mis intereses, sabe todo lo que yo sé de esta casa, siempre da su mayor es fuerzo, nunca demuestra estar cansado, pero necesita de unos días de descanso a veces. - afirmo antes de dar su primer bocado.

_ Recuerdo que cuando venía hace años, había días en los que no veía a Nico. - dijo antes de perderse en uno de esos recuerdos, uno donde actuaba como una niña caprichosa reclamándole a Nico por dejarla durante varios días, cosa que no podía compartir con su abuela, ya que solían mantener en secreto esos juegos, pero más importante, ella podía recordar bien que Nico jamás se quejó, de hecho, se disculpaba dócilmente con una sonrisa – Entonces ¿Él se ira por unos días? – dijo en un tono ligeramente melancólico.

_ Luces preocupada por eso. - dijo mirándola de reojo alzando una ceja.

_ E-Es solo que él siempre te cuida y… - reacciono ante la mirada de su abuela.

La señora Dona dejo salir una pequeña risa – Descuida, aun tendrás mucho tiempo y podrás jugar con el de vez en cuando en cuanto vuelva. - dijo continuando su almuerzo.

Tina se sentía algo intrigada, sabía que su abuela conocía su amistad, pero se aseguraban de que ella no supiera de las veces que hacía que Nico le sirviera como su mayordomo – El es tu mayordomo, el solo me ayuda a entrenar porque tú se lo pides. -

_ ¡Ja! Ese muchacho parece disfrutarlo. - exclamo –_ Pero ya llegara el día en que podrás tener a Nico para ti. - dijo extendiendo su mano para tomar su copa de vino, pero de inmediato se toparía con la mano de Tina.

_ No digas eso abuela… - dijo tomando la mano de la señora Dona entre las suyas – Eso solo significaría que tú me has dejado… - la miro con tristeza en sus ojos.

La señora Dona acercaría su mano para acariciar la mejilla de Tina – No te preocupes, no está en mis planes dejarte sola, para eso está Nico, y tampoco lo está que eso sea pronto. -

Tina besaría la mano de su abuela para luego dejarla libre, tomaría su copa, y ambas brindarían por estar la una con la otra. En otra parte de la casa se encontraba Nico, seguía vistiendo de forma sencilla y caminaba al garaje, en este se encontraban pocos autos, unos para el transporte de la señora Dona, y un par de camiones algo viejos que se usaban para las labores del viñedo, para ser una casa que gozaba de una buena fortuna no eran para nada ostentosos, pero en una parte más alejada de este se encontraba un cobertizo cerrado con un candado, solo Nico tenía la llave, así que daba a entender que el contenido de este era de su propiedad.

Al encender la luz parecía ser un simple cobertizo, herramientas, polvo, grasa, lo que esperarías ver, pero justo al medio había una lona que cubría algo, Nico se acercó, se agacho, y con su mano acaricio lo que estaba ahí – un par de días mas y será momento de irnos, sé que puedo aguantar un poco más… - dijo suspirando agotado.

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