Cuento: La figura en la ventana (parálisis de sueño)

in #literatura5 years ago (edited)

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Ha sido tan peculiar el extraño suceso que ha tenido lugar en mi habitación, que he sido incapaz de concebir sueño en toda la noche. Y eso es realmente un problema. Mis párpados pareces rescoldos sobre mis ojos, pero aunque intento darle reposo a mi vista esta tarea resulta fútil, pues la agonía de la consciencia me sigue rogando por un descanso que no llega, aún en la total oscuridad.

Esta tortura tiene un origen curioso. Lo que sucede es que durante esta última semana he dormido muy poco por causa de mi trabajo. Usualmente tengo un ritmo de vida bastante inestable, adaptándome a las exigencias de mis proyectos, y haciendo intervalos entre extensas e intensivas jornadas de trabajo y holgados periodos de reposo.

Pero el proyecto de esta última semana ha sido el más exigente de todos. El trabajo consistía en elaborar todo un juego de muebles para tres oficinas, usando como material una dura madera de caoba y vidrio fume. Por lo general, estos trabajos de carpintería suelen tomar mucho tiempo, con el fin de ofrecer la mayor calidad posible, pero en este proyecto específico el tiempo no estaba a nuestro favor.

Según la cláusula del contrato, teníamos un mes para elaborar nueve piezas de muebles en nuestro taller, diseñados según las exigencias de un excéntrico cliente de mediana edad y holgada billetera. El sujeto, con voz rasposa y mirada penetrante, llegó casualmente a nosotros en una noche de tragos.

Su oferta encontró un camino directo a nuestra ambición. El sujeto nos ofrecía casi dos mil dólares por las obras más complejas, y solo tenía como requisito la exclusividad del diseño y el plazo estrecho de una semana para culminar. Sobra decir que fue un auténtico reto, pero me alegra poder afirmar que culminamos exitosamente. Gracias a nuestro empeño, pudimos hacer la entrega del producto ayer en la tarde.

Luego de tan extenuante labor, la satisfacción de haber superado el desafío era importante, pero ver el cheque por diez mil dólares, que venían a complementar los tres mil seiscientos que habíamos recibido por adelantado, era una digna recompensa que hacía que todo nuestro esfuerzo se justificase con creces.

Pero luego de ese maratón no tenía ánimos ni energías para celebrar, y mi buen socio parecía estar aún más agotado. Por eso decidimos conseguir un descanso merecido para luego dividirnos el fruto de nuestro esfuerzo. Llegué temprano a mi casa, teniendo en mente ese único objetivo.

La eventualidad que me ha orillado al insomnio ocurrió un poco después. Apenas me comí un sándwich y tomé un batido instantáneo que había en la nevera antes de ir a la cama. Necesitaba descansar más que nunca, sin embargo, no pude hacerlo.

Creo que logré soñar por algunos minutos. Si no fue así, lo que lo que presencié en ese momento era una mera alucinación, pero una que se disimulaba muy bien. Me vi en un lugar aislado, entre extrañas columnas deformes que se alzaban más allá de lo que alcanzaba mi vista. Algunos hilos de seda blanca se entrelazaban entre ellas como espesas redes de telaraña. Era un lugar demasiado surrealista, similar a una obra de Tanguy.

Entre los altos pilares percibí la forma en la que vibraban los hilos como cuerdas de guitarra tocadas al aire. Sentí un mal augurio; pero aunque me invadió un terrible nerviosismo y mi aracnofobia empezó a atormentar mi mente, en ese momento descubrí, para mi desesperación, que no podía mover ni un solo músculo de mi cuerpo.

Una sombra recorrió el suelo a mis pies y me pasó por encima. Podía escuchar como rascaba y golpeaba los pilares mientas su avance sacudía las redes. Poco a poco una araña del tamaño de un camión excavadora descendió entre su obra hilada entre torres color marfil.

Un terror inmensurable ligado con una enervante sensación de asco colmaron mi cabeza, pero yo seguía paralizado y frágil ante la enorme figura que reptaba hacía mí sobre su prolongadas ocho patas.

Podía ver sus ojos penetrarme con una fuerza que me desarmaba mientras mi lucha por moverme perdía propósito. Veía sus patas velludas moverse con un ritmo fluido, alcanzando el suelo con una delicadeza digna de una bailarina de ballet. En ese momento toda esperanza me abandonó, y creí que mi destino estaba sellado entre los colmillos filosos que la criatura abría tan para exponer su boca.

Pero justo antes de que alcanzara mi cuerpo inmóvil, un brillo de lucidez llegó a mi pensamiento fugazmente. En un instante recordé lo que había hecho esa tarde, y tuve un breve recorrido mental por nuestra salida del taller hasta la entrega de los muebles, y todo empezó a cobrar coherencia.

Entonces pude encontrar en mi memoria lo que hice minutos antes de dormir. Los mordiscos a un sándwich de jamón preparado con apremio y exceso de mayonesa. Los dulces tragos con sabor de fresas y leche. Y algunos minutos después, mi llegada a la cama.

Al recordar eso supe que, para mi fortuna, lo más probable era que estuviese experimentando una terrible pesadilla. Al romper la cuarta pared de ese cuento de horror, el monstruo color café, que estaba a solo un paso de alcanzarme, desapareció, junto con todo el entorno onírico donde habitaba.

Pero despertar no fue suficiente para darme calma. Al abrir los ojos me encontré en mi cama, apoyado en mi costado. Mi rostro estaba directamente orientado hacia la ventana, desde donde la luz de la luna se colaba sutilmente entre su marco que relucía en mi retina.

Pero algo inusual en la ventana llamó mi atención. Una pequeña figura redondeada se veía ocupando el umbral de la ventana. Era como un pequeño gato, pero sin cola ni patas, solo un cuerpo y lo que parecía una cabeza con orejas triangulares.

No pude evitar sorprenderme al notar lo extraño que se veía el animal, y tuve el reflejo de moverme, pero no lo hice. Me di cuenta entonces de que, una vez más, era incapaz de controlar mi cuerpo. Apenas parpadeé un segundo y la silueta del extraño ser que me observaba desapareció.

Permanecí en esa posición por al menos una hora, hasta que lentamente fui recuperando mi movilidad lo suficiente como para levantarme de la cama y buscar un vaso de agua. Tengo la piel erizada y una opresión en el pecho. Lo que sea que ocurriese anoche, fue la experiencia más extraña y aterradora que jamás haya vivido.

He permanecido despierto desde entonces, demasiado ansioso como para quedarme dormido de nuevo. Escribo esta carta para intentar liberarme de este interesante relato, sin siquiera tener intención de que sea leída. Solo espero darle orden a mis ideas para así llegar a entender qué acaba de ocurrir.

Estoy seguro de que lo que vi en la ventana era real, pero no logro concebir qué clase de animal, si así se le puede llamar, tendría una forma tan rara. Por alguna razón me incomoda tan solo recordarlo. Parecía que me vigilaba, como si estuviera estudiándome. Tuve la sensación de que se sorprendió de verme despierto tanto como yo de verlo.

Lo que más me atormenta es la incapacidad de definir si la pesadilla que tuve, y la parálisis que experimenté, guardan alguna relación con la figura extraña que vi en mi ventana. Aunque francamente, y con el peligro de ser quizás demasiado fantasioso, estoy convencido de que la tenía.

Un abrazo enorme..png

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