Siddhartha (Libro): una joya intemporal de la Literatura universal

En la actualidad, Occidente está imbuido de filosofía Oriental. Budismo, Yoga, Feng shui, Japón, la India, son temas y áreas bastante familiares a pesar de la distancia y la diferencia cultural entre ambos lados del mundo, en gran medida gracias a la globalización, internet y el avance en los medios de transporte. Pero antes de que The Beatles nutriera su música con la filosofía de Oriente y antes de los controversiales libros de Lobsang Rampa, un hombre buceó en el alma de Oriente a fin de descubrir los aspectos que podían resultar positivos para nuestra sociedad occidental. Ese hombre fue el escritor alemán, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1946, Hermann Hesse.

Asiduo visitante de la India, Hesse expuso las bondades de la India en varias de sus obras y personajes, pero el ejemplo más claro de su fascinación por esta cultura milenaria es Siddhartha. Escrita en 1922, la novela relata la vida de Siddharta, un hombre para quien el camino de la verdad lo condujo por los entresijos de la renuncia y de la comprensión de la unidad que, de acuerdo a la filosofía hindú, subyace en todo lo existente. A simple vista, condicionado por el título del libro y su portada en la mayoría de las ediciones, uno podría inferir erróneamente que se trata de una biografía novelada del fundador del budismo. Pero no es así. Históricamente, de acuerdo a la tradición india, el nombre de Buda era Siddhartha Gautama y el Siddhartha de la novela de Hesse es alguien diferente, un personaje ficticio que, en su camino, se topa con el maestro de maestros.

Siempre resulta difícil reseñar un libro porque el espacio es poco para intentar dar una idea certera y objetiva sobre la dimensión y la profundidad de la obra. Pero en este caso, quienes hayan leído la novela me darán la razón, es aún más difícil. Hay tanto sobre qué hablar en Siddhartha, tantas frases, escenas y personajes tan memorables, que habría que dedicar un post a cada uno y hablar entonces del barquero Vasudeva y el río, de Govinda, de Kamala, de los samanas y por supuesto del principal protagonista. A grandes - muy grandes - rasgos, la novela sigue los cuestionamientos de Siddhartha en su búsqueda de la verdad. Decide marcharse con los samanas, monjes religiosos, pero no se siente convencido con ese camino. Sediento de saber, decide alejarse de todas las doctrinas. “Quiero aprender de mi mismo, ser mi propio discípulo, conocerme y penetrar ese enigma llamado Siddhartha” dice, decidiendo obedecer la voz de su corazón.

Esa voz lo lleva a Kamala, una cortesana a quien Siddhartha le pide que lo instruya en las artes del amor. Ella le enseña los placeres de la carne y le explica que “no se puede recibir placer sin devolverlo” y que, en el amor hay que “sentirse al mismo tiempo vencedores y vencidos”. Sin embargo, Kamala ve el amor como un arte, como una disciplina y no como la emoción que es y, según nuestro héroe, practicar el amor como un arte es posible para Kamal porque ella no ama. Por la misma senda, Siddhartha se entregó a otros placeres y sus sentidos despertaron, adormeciendo su espíritu. “He conocido gente y lugares nuevos, he recibido muestras de amabilidad y de confianza y he hecho unas cuantas amistades” dice, llegando a la conclusión de marcharse también de allí cuando aprende que los seres humanos se entregan a la vida con un apego infantil y animal.

Las filosofías orientales ven la vida como una rueda, un ciclo de repeticiones, reencarnaciones, en la que las consecuencias de nuestros actos nos alcanzan. En la novela, Siddhartha abandona a su fiel amigo Govinda (que viene a ser una especie de Sancho Panza al inicio de la novela), abandona a los samanas, abandona a Kamala y cruza un río en su perpetua búsqueda. Pero todos ellos reaparecen en su camino; incluso el barquero Vesudeva lo cruza por el mismo río veinte años más tarde. Como un auténtico buscador no podría aceptar doctrina alguna, Siddhartha no abraza ningún credo, ni siquiera al encontrarse con el iluminado Gautama. Alguien le advierte sobre cuidarse de una inteligencia excesiva y en la novela se lee que cuando alguien busca, suele ocurrir que sus ojos sólo ven aquello que están buscando y pierde la receptividad ante lo demás. Pero al final, el camino de Siddahartha nos enseña que las experiencias, todas ellas, eran necesarias; alimentar el alma, el intelecto y los sentidos, todo es parte del camino del hombre; enfatiza el amor como lo más importante y expresa que más que las palabras, pesan las obras. Las palabras, ideas y doctrinas son insuficientes sin otra compañía.

Eso es apenas un abrebocas de una novela profunda que, en la edición DeBols!llo que yo leí, tiene 224 páginas en un formato amigable de letra grande. A la profundidad de sus ideas hay que sumar el estilo de la narrativa de Hesse que muestra en esta novela su estilo más poético. Para indicar el paso del tiempo, el alemán escribe “Y en el cielo, los astros prosiguieron su curso”; deja además frases como “las esencias se encontraban más allá de lo visible”, que luego encontraría un refuerzo más popular en el libro más famoso de Antoine de Saint-Exupery; o estas otras sentencias, breves, sencillas, pero hermosas y profundas:

“Aprisa cambia lo transitorio”

“Todo tiene una esencia y un presente”

“El saber puede comunicarse, pero la sabiduría no”

“Las palabras son nocivas para el sentido secreto de las cosas”

Hay que morir y renacer, perderse y encontrarse. Hesse dijo que “La verdadera profesión del hombre es encontrar el camino hacia sí mismo” y en Siddhartha, el protagonista expresa: “Solo debo juzgarme a mí mismo y elegir o rechazar en función de mi persona”; ¿es egoísta? No, porque también deja claro: “lo único que persigo es poder amar al mundo”. Tomar el camino del auto conocimiento, nos conducirá también a conocer y amar a los demás. Por la filosofía que contiene, su valiente protagonista, sus memorables personajes secundarios, un estilo literario sencillo, muy poético, pero efectivo, centenares - si no miles - de frases que invitan a reflexionar sobre las cuestiones capitales de la existencia humana y un poderoso mensaje central, Siddhartha es un libro intemporal y una de las mayores obras de la Literatura universal. Es un de esos libros que todos deberíamos tener en nuestra cabecera para echarle un nuevo vistazo de vez en cuando.

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Hola amigo Cristián, buen texto sobre un extraordinario libro de un autor imprescindible, como Hermann Hesse, abrazos.

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