Maternidad 2.0

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Con el auge de las redes sociales se ha desatado un fenómeno cultural en un segmento de la población que durante un tiempo estuvo rezagado: LAS MADRES. Tanto en Facebook, Instagram, Telegram y otras existen incalculables cuentas a las que he denominado “Madres 2.0” todas dispuestas a contarnos hasta el último por menor de sus vidas. ¿Cómo lo sé? Porque sucumbí al electrizante hechizo de alguna de estas cuentas y esa me llevó a otra y luego a otra en un círculo interminable de historias maternas.

No lo voy a negar, es un placer culposo ver desde la pantalla de mi celular, las peripecias, conflictos internos, recetas de cocina y hasta la publicidad de artículos para niños. Lo sé, se preguntarán ¿qué ganas con eso? Responderé: Yo, absolutamente nada, ellas un sin fin de seguidoras y quizás algún beneficio de la publicidad.

Estas Madres 2.0 son expertas en tomar fotografías dignas de un premio de NatGeo, graban videos al mejor estilo de Nuno Gómez (director venezolano), se toman selfies "al natural" que despertarían la envidia de Heidy Klum, en fin son expertas en el uso (y abuso) de las redes sociales.

Debo confesar que no sé cómo lo hacen. Juro por mi celular que he intentado infructuosamente tomarme una selfie sin que me se me vea la papada de Don Francisco, o que mis hijos se queden quietos, inmóviles, sonrían ambos al mismo tiempo, nadie llore o se enoje (incluida yo) en fin de solo recordarlo me canso y me lo pienso mejor antes de intentarlo .

La mayoría de estas mamis 2.0 nos muestran una realidad sacada de revistas: casa inmaculada, hijos bien portados y peinados, esposos risueños y solo faltan pajaritos cantando por doquier cual película Disney.

Ahora bien, aunque la maternidad es maravillosa no todo es color de rosa. Según mi propia experiencia es como subir a una montaña rusa, a veces río, otras lloro, otras disfruto el paseo y me emociona no saber lo que viene.

Aunque disfruto mucho mis visitas a las vidas de mis apreciadas mamás 2.0, no lo puedo negar, prefiero mantener mi vida privada como hasta ahora: privada; disfrutar plenamente los momentos más importantes y atesorarlos en mi memoria y quizás algunas veces compartirlos con otros.

Esto me ha hecho reflexionar sobre lo expuesta que he estado en las redes sociales o los comportamientos que en la vida real evitamos hacer pero que descuidamos en internet, por ejemplo: no le mostramos fotografías de nuestros hijos al chofer del autobús ni de nuestras vacaciones a la primera persona que vemos en la esquina de la calle, sin embargo como toda madre orgullosa mostramos a cuantos lo quieran ver todo cuanto ocurre con nuestros hijos hasta momentos que en otra época se reservaban para un íntimo grupo familiar.

Por mi parte, me esfuerzo por ser cuidadosa con lo que comparto sobre mi misma o mis seres queridos y también me dedico a vivir el momento sin tener que gritar cada 2 minutos “Fotoooooo”.