¿QUIÉN ME LO IBA A DECIR? (Acerca de la descontextualización del ser humano en el mundo laboral). - 1ª parte.

Sin ningún pudor podría decir, que mi principal obsesión
desde hace años es cambiar el mundo.

Así de primeras, suena bastante generalista, y realmente
ni yo misma sé dónde he de dirigirme para tal fin, pero si
he aprendido algo es que resulta más productivo producir
y descartar opciones, que pensar durante años qué hacer o
producir para llegar a la gran meta de un solo golpe.

Como me declaro una filantrópica empedernida, muchos
de mis esfuerzos suelen dirigirse a hablar muchísimo con
la gente. Gente de toda la vida, gente con la que sé que
probablemente solo hablaré una vez, gente en general,
con el fin de aprender y entender. Conocer un motivo de
sufrimiento e intentar buscarle una solución, es algo que
me merodea permanentemente.

Si encima sé que es el mismo motivo el que causa el mismo
sufrimiento a un número elevadísimo de personas,
intentar hacer algo al respecto
me resulta obligatorio.

Uno de los patrones de sufrimiento que más me encuentro a mi
alrededor últimamente, es la frustración laboral.
Frustración motivada por más de una razón, como pudieran ser:
desidia hacia el trabajo actual, querer seguir el camino trazado
sí o sí desde que escogieran letras o ciencias en el colegio,
no saber reconocer sus habilidades y por consiguiente no saber
dónde volcarlas, creer en las “salidas” de la carrera cursada como
si de una ley divina se tratase, y a la vez creerse la “no salida”
de otras... Una serie de patrones que en general, se resumen en
una especie de “falta de libertad mental” o una “incapacidad”
para replantearse sus vidas (laborales) desde otro prisma.

Como prefiero equivocarme que callarme, tras intentar muy mucho
y con o sin éxito solucionar frustraciones laborales, me doy cuenta
de que el nexo común de todas ellas solía ser el mismo, y es el uso
“indiscriminado” del pensamiento lógico o vertical, siendo la
aparición del pensamiento lateral bajísima o nula. ¿Sería muy
fortuito culpar pues al monopolio del pensamiento lógico de
muchas de las frustraciones laborales actuales? Recalco que
prefiero equivocarme, por lo que diré sí.

Es por todo esto (como esencia), que decido comenzar este
proyecto, cerrar algunas ideas y buscar a personas que, habiendo
sido capaces de reestructurar perspicazmente los conceptos
que ya manejaban y conocían, han creado un “paisaje nuevo”,
pasando casi automáticamente de la frustración a la satisfacción.

No sé si de manera errónea, el triunfo de tales personas son
en mi cabeza fruto de su “descontextualización”.
Si bien anteriormente me he referido a la reestructuración de
conceptos, me seduce mucho la idea de que tras dicha
reestructuración, hayan sido capaces de colocarlos en “otro sitio”,
sacarlos de su “hábitat natural”, o básicamente, no haberse
cercado al camino que les “imponía” el pensamiento lógico.(...)

Continuará.