Desperté y quise volver a dormir (pensamiento poético) Por G. J. Villegas

Me desperté y al levantarme de la cama sentí como si mis pies flotaran, como si pisara sobre una tela suave y elástica. Percibí que el aire era diferente, al respirar saboreaba una esencia a pinos y moras. La luz era más intensa en la habitación, así que procuré llegar a mi ventana para asomarme afuera.

Al mover la cortina que cubría el cristal, una visión impresionante me embargó. Las casa vecinas se habían ido, los árboles y el jardín ya no estaban. No había pájaros ni mascotas, no había ruido ni personas. Todo era de un diferente impactante.

Pude ver un peñasco rocoso en lugar de mi patio, aros de fuego bordeaban el cielo, creando un túnel hacia el horizonte. No había un azul que tintara el fondo de las nubes, un raro sepia, salpicado de estrellas, era el nuevo vestido del alba.

Ya no había un Sol paras irradiar calor, ahora podía ver dos, como tomados de la mano, brillando con claridad.

Entendí que no estaba en mi planeta, que no era mi mundo. Comprendí que, si bien muchas veces desee despertar y ver que todo lo demás desaparecía, ahora prefería el panorama común de cada día. Que este mundo nuevo me era extraño, que nada superaba mi hogar anterior.

Regresé a mi cama, asustado y temblando, esperando dormir de nuevo y regresar a mi lugar. Donde un solo sol es suficiente, donde las aves cantan en la mañana y donde no flotas al poner tus pies sobre la tierra.