Soy un sobreviviente y esta es la historia.
Historia de porque soy un sobreviviente.
Todo comenzó en marzo del año 2011, tenía 18 años, una novia y un buen empleo en el cine de la ciudad.
Un día, decidí que quería corregir mi dentadura usando frenos, para ello, mi dentista indicó que me realizara una RX periférica de mis dientes y unos exámenes sanguíneos de rutina pre-operatorios. La placa de RX reflejó que mis cordales o muelas del juicio no tenían espacio para salir, estaban creciendo en direcciones que no eran la adecuada y con raíces torcidas, por lo tanto era necesario realizar una cirugía de extracción más complicada de lo habitual. Por otro lado los exámenes de sangre habían arrojado resultados satisfactorios, con la excepción de las plaquetas (encargadas de detener hemorragias y coagulación de la sangre), las cuales estaban en el límite inferior. Por lo tanto la operación se pospuso y nunca se pudo realizar.
Comenzaron tratamientos para insuficiencia plaquetaria, con muchos diagnósticos equivocados; trombositipenia, dengue, púrpura trombocitopenica idiopática. Luego de 3 hospitalizaciones, un par de transfusiones las cuales me causaban alergia y varios médicos, termine con mi hematólogo, quien me realizó una punción medular y los resultados arrojaron el diagnostico definitivo “hipoplasia medular”; esta enfermedad afecta la médula disminuyendo la producción de sangre en el cuerpo, haciendo que las tres líneas sanguíneas (glóbulos blancos, hemoglobina y plaquetas) sean escasas, pero en mi caso y por suerte solo se vieron afectadas las plaquetas.
Estar hospitalizado no es una experiencia agradable y con el deterioro que sufre el hospital de la ciudad es casi una pesadilla. Por lo tanto, para no quedarme hospitalizado, iba diariamente al hospital para que me realizaran transfusiones, para las cuales debían suministrarme muchos antialérgicos (los cuales poseen esteroides) y además yo contaba con un tratamiento oral de esteroides (en 50mg al principio, los cuales disminuirían con mi mejora) y una especie de quimioterapia oral. Dichos antialérgicos, junto con mi tratamiento causaron estragos en mi cuerpo, causando hinchazón y dejando marcas en mi piel y esto fue un golpe muy duro para mi, que solía presumir mi figura y mi apariencia.
Habían transcurrido pocos meses desde que todo comenzó. Había logrado entrar en la universidad de oriente del país, seguía con mi novia y todo parecía estar bien. Hasta que un día mi rutina en el autobús se me hizo más agotadora de lo normal y luego, a mitad de una de mis clases, mi madre me llamó al celular para decirme que iban por mi, porque los exámenes que me realizaron en la mañana no presentaban plaquetas.
(Es sorpréndete, durante mucho tiempo presente niveles muy bajos de plaquetas y todos médicos que me veían se asombraban de ver qué no me estuviese desangrando por múltiples hemorragias. Yo digo que Dios siempre estuvo y estará conmigo).
Luego de ese día la hospitalización fue inevitable y la pesadilla comenzó, aunque quien peor la pasó, desde que todo comenzó fue mi madre, quien siempre estuvo ahí, sin importar lo precaria de la situación en la cual nos encontrábamos.
Vi muchas muertes, personas con leucemia y otros tipos de cancer en la sangre, personas que lucharon y perdieron, caras nuevas aparecer, con mirada de pánico al entrar en ese mundo tan cruel y también personas que más nunca volvieron de sus recaídas. Pero lo más duro en mi opinión era ver a los niños que padecían de cancer. Sus rostros tristes e inocentes, cuerpos pálidos y delgados, con calvicie y moretones en la piel, sus gritos y llantos, y aunque no recuerde sus nombres, siguen en mi memoria.
Estuve tres meses hospitalizado, en un cuarto especial para personas con enfermedades como la mía o cancer, en el cual solo podían haber dos pacientes. Compañeros de cuarto fueron y vinieron y mi madre y yo seguíamos ahí.
Me di cuenta de quienes en realidad eran mis amigos y de las personas que en realidad me querían, recibía visitas de personas que conocía pero jamas imagine que me visitarían. Mis amigos y familia siempre hacían tiempo para visitarme en el octavo piso del hospital (el ascensor no funcionaba), muchos de estos amigos estaban en la universidad y estudiaban en otros estados del país y a pesar de eso, sus visitas y comunicación eran muy frecuentes. Seguro se preguntarán por mi novia, la cual solo logre ver 2 veces en todo ese tiempo. Ella estaba “muy ocupada”. La que era mi ex en ese momento, había ido en más ocasiones. Los consejos de mi madre y una amiga de la familia, a la que hoy le digo tía, me ayudaron a abrir los ojos y darme cuenta de que si de verdad yo le importara lo suficiente a mi novia, ella hubiese estado ahí. Y concebí que yo no tenía tiempo para quien no tuviese tiempo para mí y decidí acabar la relación.
Y llega el cliché. Una enfermera, yo de 18 y ella 28. Y resumiendo, me atendía bien, nos gustábamos y tuvimos una aventura.
Un día, fue el peor de todos, tuve fiebre muy alta y en ocasiones la alta concentración de esteroides en mi cuerpo me causaban mucho dolor. Al llegar la tarde, la fiebre había bajado pero el dolor era insoportable, los calmantes no funcionaban y lo que seguía era la morfina, no sabían si lo soportaría, veía a mi madre llorando, amigos llegaban con rostros tristes y si recuerdan a la “ex” que fue en más ocasiones que la novia que tenía en ese tiempo; ella, estaba ahí, tratando de aliviar mi dolor. Pero ese, no era mi momento de partir.
Mis opciones se acababan, no podía depender de las transfusiones y no había mejora en mi condición. La última opción era un medicamento el cual haría una especie de reinicio en mi médula, la detendría por completo y si sobrevivía a eso, mi médula comenzaría a trabajar nuevamente. Simplemente vivía o moría.
Poco antes de la fecha fijada para comenzar el tratamiento, en uno de mis exámenes de rutina, el milagro, mis exámenes mostraron plaquetas distintas a las que me daban las transfusiones, lo que indicaba que mi médula estaba produciendo plaquetas nuevamente y ya no era necesario el medicamento que me haría el “reinicio”.
Esta vez, fui yo quien salió del hospital, vivo. Llegar a casa fue como nacer de nuevo, mi familia lloraba, pero esta vez era de felicidad.
Las transfusiones continuaron pero mis plaquetas aumentaron y ya no fueron necesarias más transfusiones, era febrero del 2013. Ese mismo mes comencé a hablar con la chica, quien en octubre de 2014 se convertiría en mi novia y todo comenzó a mejorar, las dosis de medicamentos disminuyeron y mis plaquetas aumentaban y se mantenían estables.
En el 2015 comencé a estudiar nuevamente en la universidad donde estudiaba mi novia, ambos estudiábamos administración de empresas y ella iba un semestre adelante de mí, pues ella había comenzado antes.
Ella es una gran mujer, me hizo feliz, pero por cosas de la vida nuestra relación llegó a su fin en febrero de 2017 y ella se fue del país.
Hoy aunque sigo enfermo y continúo tomando mis medicamentos (en la dosis mínima), siempre sentí que no era mi momento de partir y aún lo siento, soy un sobreviviente y a pesar de las agujas, venas rompiéndose de tantas intenciones, lágrimas, dolor y muchas cosas más, puedo decir que esta enfermedad fue una de las mejores experiencias que pude tener. Me hizo saber lo genial que es estar vivo a pesar de lo difícil que pueda ser, valorar cada detalle por pequeño que esté sea, saber quienes realmente son mis amigos y las personas que me quieren, nuevas personas en mi vida, aceptar mi cuerpo después de la enfermedad, con las marcas y mi barba, pero de la barba no me quejo jaja.
“Mientras haya vida, hay esperanza.”
Fin.
Gracias por leerme.
Que historia tan conmovedora amiguito. Y me alegro mucho que vayas mejorando cada día. Admiro tu actitud positiva a pesar de las circunstancias.