Entrevistas: Guillermo Díaz

in #life7 years ago

Entrevistas: Guillermo Díaz

¿Leyeron el título con acento argentino? ¡Sí! Es algo genética e idiosincráticamente inevitable. Haya sido por “Ni tan tarde”, “¡Qué locura!” o “De nuevo en la mañana”, todos sabemos quién es Guille Díaz: el Argentino y ya casi naturalizado Venezolano (aunque en lo sentimental lo es desde hace muchos años), que nos ha regalado muchísimas risas y humor, sea con chistes malísimos, comentarios sarcásticos e incluso algunos sketches dignos de recordar. Como toda persona que se dedica al humor, resultó ser alguien super interesante y culto, con una muy interesante historia en nuestro país, más allá de las cámaras y los micrófonos. ¡Dale ché!

Guille, los que escuchan tu programa de radio, saben que estás parado desde bien temprano; ¿cómo lo logras?
Me levanto a las 4:30 am, o al menos eso intento. Esa es la hora en que suena por primera vez el despertador, y después lucho con él por 15 minutos, hasta que me voy a la ducha. Tengo un calentador que apenas funciona por cinco minutos, y después empieza a salir fría, ¡te imaginarás! Aunque gracias a esto, a las 5:05 ya estoy listo preparando el agua del mate, el termo, un desayuno continental, y a las 5:25 salgo para la radio; menos mal que estoy a unos siete minutos. Sin embargo, son siete largos minutos: sospecho de todo el mundo, ando paranoico, y lo que ande por el piso, lo paso por el costado.

Conozco el sentimiento. ¿Alguna experiencia en esos siete largos minutos?
¡Sí! A unos días de haber comprado mi rústico, la batería se descargó; tuve que salir corriendo a la calle, ¡no podía llegar tarde o Luis me mataba! Entonces pasó un taxi con un pasajero, pero el pasajero me reconoció, paró, me dijo que me montara, y pues me encomendé a los espíritus de la sabana. Si me secuestraban al menos me evitaba el problema con Luis. Lo cierto es que el señor se bajó antes, y seguí hasta la radio. Es lo que yo llamo Solidaridad Caraqueña. Caracas siempre ha sido muy amable conmigo.

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Sí, he escuchado que hasta los choros son respetuosos. ¿Y qué haces al salir de la radio?
Salgo directo a mi casa y a escribir se ha dicho, aunque no sin antes bajar a Camila al parque, mi querida yorkshire. Pertenezco al equipo de guionistas de ¡A Que te Ries! Y me siento a buscar todos los chistes de todas las épocas, para adaptarlos tanto a guiones, como para el Twitter del programa. Los chistes siempre han sido los mismos, lo que cambia es la caracterización.

Con razón mi abuela siempre cuenta los mismos. ¿Entonces pasas el día en el canal?
Pues martes y miércoles, que son las grabaciones, aunque igual siempre termino allá porque mi hijo Martín, de 16 años, estudia frente al canal; sin embargo prefiero estar en casa. Una vez me dieron una oficina pero la devolví. Sólo voy a ver la postproducción de vez en cuando, ya que al estar rodeado de gente que tiene toda la vida haciendo esto, me nutre increíblemente. Me complementa ese humor popular, sumado al humor ácido que hacemos en las mañanas.

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También haces el sacrificio de mostrarle a las modelos cómo ejecutar el guión. ¿Podríamos decir entonces que tu vida “es un chiste”?
Pues siempre tengo el celular para estar al tanto de lo que acontece, y buscarle el chiste. Aunque es Luis quien escribe sus chistes, Miguel y yo le pateamos el centro para que haga el gol; a nadie le gusta estar solo; somos simbióticos, un trípode. El otro día Luis me hizo una prueba al aire, y me dejó hablando solo. Me pegué el susto, hay que estar preparado para todo. Algunos creen que la radio es un paseo, ¡pero no! Hay que estar enterados de todo y saberlo transmitir; menos mal que inventaron el internet.

Sí, cuando realmente necesitamos una cadena de radio y tv, nunca llega. A propósito de contar chistes, ¿cómo logras que la gente se ría?
Es una sencilla operación matemática: como soy mal contador de chistes, sólo cuento chistes malos. Fíjate: si cuentas mal un chiste malo, es menos por menos, y da más (+), por lo que la gente se ríe. Además, es una manera relajada de vivir; las cosas salen bien si le pones cariño (o nutella).

¿Eres casado?
¡No! Tengo tres divorcios. El primer divorcio fue allá en Argentina, el segundo comenzó allá y terminó aquí, y el tercero comenzó y terminó aquí. Mi hijo pertenece al del medio.

¡No tienes nada que envidiarle a Ross de Friends! ¿De casualidad alguna era lesbiana?
No, pero tuve una novia que sí lo era. Ella quería volver al closet pero ya había salido; era demasiado linda (suspiro) pero bueno, lo debí sospechar cuando jugábamos “piedra, papel o tijera”. Siempre elegía tijera.

¡Lo importante es que no fue por tu culpa! Y en preferencias, ¿las Argentinas o las Venezolanas?
¡LAS VENEZOLANAS! Sin dudas. Aunque quizás la receta de entendimiento sería una argentina que tenga muchos años acá.

¿Y has encontrado algo así?
Pues sigo en la búsqueda de ese sueño, pero voy despacio porque hay muchas cosas en el medio. Mi estilo de vida, donde debo hacer el sacrificio de compartir algunas veces con Rosita en en el set, o recibir a invitadas como Diosa Canales en la radio, es algo que no todo el mundo acepta. Yo no pedí que fuera así, pero “lamentablemente” es la vida que me tocó. El problema no es ese, sino que a mucha gente le gusta meter casquillo, cuando no deberían incidir en tu vida.

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¿Cómo nos comparas con los argentinos en ese aspecto?
Pues, el venezolano tiene un autoestima totalmente opuesto al argentino. Aquí aunque muchos puedan desear que te caigas, la mayoría siempre te dará apoyo y será optimista contigo; el pa’ lante siempre está presente. En cambio allá, tenemos el tango, que nos condena. El argentino puede ser algo como “soy feliz, pero estoy esperando el momento infeliz para poder escribir tango. Tengo una novia pero estoy esperando terminar para decir que se fue”. Vivimos en la melancolía. Si no el tango no sería tan poderoso. Acá me gusta porque quizás la salsa o el merengue cuentan la misma tragedia, pero estás sonriendo y gozando.

¿Eres conocido en tu país?
¡No! Sólo me reconocen los venezolanos que viven allá. Me he encontrado con cubanos o mexicanos que viven en California y me conocieron por ¡Qué Locura! Tengo más currículo en Venezuela y Estados Unidos, que en mi tierra natal.

¿Y es ésta también tu tierra?
¡Claro! Siempre me he sentido como en casa, la gente es sumamente respetuosa, me hacen sentir muy bien. Siempre que me saludan en la calle, es muy grato. Hay personalidades que les desagrada esto, pero pienso que le debo todo a la gente. Si te ladilla el público, ¿para qué te metiste en esto?

¡Sí! Yo no le niego autógrafos a nadie, aunque cuando me pidan el primero, te cuento. Por cierto, ¿cuánto tiempo llevas acá?
¡15 años! Llegué el 13 de abril del 97, cuando no reinaba el reggaetón, y desde entonces no he parado nunca. Incluso llegué a hacer doblaje de dibujos animados. Yo era la voz en argentino de Ben Katz, de Dr. Katz (serie que transmitía Locomotion). Era super fácil porque al personaje había que argentinizarlo. Era un argentino inútil, bueno para nada, que incluso se parecía a mi, por lo que no tuve que esforzarme.

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¿Tienes Groupies?
He recibido mensajes pero me he manejado con cierta distancia. De repente le doy el pin a una que otra, pero no llego a mayores. Recuerdo sólo una vez que llegué a un café, por allá en 2006, barbudo y con dos trenzas en el cabello, bermudas y zapatillas. Entré, y una chica al instante “ay que linda clinejitas”. Yo, para que se alejara, se me ocurrió decir “la ultima chica que las agarró, se quedó todo el fin en mi casa”, y resulta que aunque era mentira, ella se terminó quedando.

¡Qué mala suerte la tuya! Y dime, ¿has notado que los venezolanos te hablen en argentino? ¿Intentas hablar en venezolano?
¡Sí! Algunos me escriben “giche”. Es muy jodido imitar a un venezolano, sólo las palabras son fáciles, pero el acento nunca te sale. Yo creo que el acento venezolano no se conocía en el mundo hasta que hace unos años muchos comenzaron a migrar. Cada vez que intento hablar venezolano, sale cubano, o paraguayo con peruano. ¡Eso sí! No digo garchar, sino “vamos a lo que vinimos”.

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¿A quién te encantó conocer aquí? ¿Y quién te falta por conocer?
Cuando llegué a Venezuela, fui panadero. Toda mi vida me encantó la voz de Ivan Loscher (voz de HBO Latinoamérica y La Mega), y resultó que mi amiga Karen no sólo lo conocía, sino que lo llevó hasta la panadería para que yo lo conociera. ¡Surreal! A las 3 pm llegó el carro de Iván, y se convirtió en un padrino para mi. Me llevó a HBO, La Mega, y me abrió las puertas del país. Evidentemente mi vida era Venezuela. Es como si el destino me hubiese dicho “aquí es la vaina”, y nunca me dejó ir.

He hablado con todo el mundo, menos con el Presidente Chávez. Aunque jamás votaría por él, me encantaría que nos tomásemos un café; no puedo evitar tenerle cierto cariño personal. Quisiera explicarle que aunque él ha estado allí casi desde que llegué al país, no me ha ido bien en la vida por él, sino por mis propios méritos, y por la gente que me ha abierto las puertas.

¡Mañana pido trabajo en la panadería de la esquina! A propósito, y sabiendo que eres músico, ¿te gusta el sandungueo?
¡Ni loco! Bueno, no es algo que yo tenga en mi iPod, al menos que sea por culpa de mi hijo. Aunque por allí tengo un proyecto, donde he interpretado un Tango Reggaetoneado, con el tema “por una cabeza” de Gardel. Menos mal que Venezuela es el país de lo posible.

¿Y “Ai se eu te pego“?
Pues no me gusta tanto la canción, ¿pero has visto a las mujeres que aparecen en el vídeo? ¡Están de un… simpáticas! Por cierto, imagínate que esa canción se la hubiese cantado Adán a Eva. Que él le dijera a ella “Eva, ai se eu te pego”, y ella: “¡Obvio boludo! ¿A quién más?”

¿Usas camisas columbia, gorras Bass Pro Shops o zapatos Crocs?
¡No! Me encanta Ovejita. Con lo que cuesta una Columbia, hago mercado en Ovejita. Tengo una Columbia que me regalaron, y otra que agarré en oferta en Margarita, y sólo la uso para subir el Ávila, por la protección solar. Lo de las gorras, no comparto ese llamado “deporte”. ¿Para qué abrirle un hoyo al pez? ¿Le vas a poner un piercing? Y de paso no te lo comes porque “eres ecologista”, pero sí le dejas una mutilación de gratis para decir “mira lo que pesqué”. Me enseñaron que lo que se caza, se come. Si uno saca una lechuga del piso, es para comérsela. Los Crocs, aparte de caros y de plástico, dan mucho calor, e igual no me calzan porque soy talla 47.

Creo que tu teoría de la caza también aplica con las chicas. Por último, ¿eres religioso?
Todas las mañanas agradezco estar de pie; agradezco lo que viví hasta el momento, pido fuerza para lo que venga, un blindaje para lo que no debe ser, batería para el Blackberry, y todo en voz alta para llegar activado a la radio.

¡Un mensaje para todos los lectores!
Por más que te juzguen por soñar, debes hacerlo siempre, porque somos lo que soñamos. En la constancia se ven los resultados. A quienes me apoyan momento momento a momento: gracias por permitir que mis chistes malos los acompañen, que de hecho no son míos, sino de toda la vida, pero me gusta decirlos. Gracias por hacerme sentir un Venezolano más. Siento a La Vinotinto como mi propia camiseta. Así me sentí el día del 1-0 contra Argentina. De verdad no puede haber un Argentino que grite contra Venezuela, y viva acá. Uno lleva la camiseta de donde vive. Yo soy un inmigrante, y estoy dando aliento para que Venezuela salga adelante. ¡No puedo estar pidiendo que pierda! Y tampoco es obligación, es un sentimiento. ¡Ah! Soy Magallanero.

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