Edición especial #1 de #juegos-electrodo - Un recuerdo inmarcesible

Esta pintura hecha bajo la técnica del carboncillo tiene en las paredes de las casas donde he vivido 29 años y actualmente se encuentra en l habitación que hace de oficina y estudio.

La persona plasmada allí es mi hermana Dilia Coromoto, fallecida en un accidente de tránsito en octubre de 1974 en la península de Araya, cuando apenas tenía 13 años.

Fue mi primera gran perdida, ya que fui un hermano parental para ella, la persona que estuvo más cerca de sus sueños y quien transitó durante esos breves años un camino compartido que marcó nuestras vidas.

Ha sido musa de muchos de mis escritos y sé que desde el lugar donde se encuentra sigue compartiendo mi existencia.

La pintura es obra de un pintor callejero de la población de Cagua, situada en el Estado Aragua en Venezuela, que firma con el nombre de Demoya y fue hecha por mi encargo, tomando como modelo una foto que conservaba de ella.

Era el año 1991, yo trabajaba en publicidad y la radio en ese entonces y por cuestiones de trabajo y el hecho de ser el lugar una ciudad pequeña nos conocimos cuando el pintor ofrecía sus servicios en un Centro Comercial, que yo frecuentaba.

Éramos colegas, de cierta forma, ya que yo además de publicista era director y creador de una revista hípica que se regalaba en los centros de sellado de cuadros de 5 y 6 del Estado y promocionaba mi primer libro de poemas, editado por mi e impreso por la misma empresa que lo hacía con la revista, cuyo dueño, por cosas del destino, terminó siendo años después el padrino de una de mis hijas.

Los 17 años pasados entre la muerte de mi hermana y este cuadro habían sido difíciles para todos, en lo personal transitaba por mi segundo matrimonio, me abría paso en una ciudad extraña luego de pasar por otras y me adaptaba a ellos.

Como siempre nos ocurre a todos, próximo a la fecha del fallecimiento de ella me invadió la nostalgia y me dirigí a la casa del pintor y le pedí que me pintara el cuadro y este accedió, aunque me hizo la salvedad que la foto estaba en muy mal estado y que se esmeraría para que quedara perfecto.

Un mes después, cercano al aniversario 17 de la partida de mi hermana, me lo entregó y desde ese instante ha estado en el lugar más cercano de la casa donde me encuentro.

En la pintura debajo de la firma del autor se encuentra el número 95 en lugar de 91, un error del autor quien me explicó que esa no era el año sino el número de cuadros que había pintado hasta el momento.

Es un recuerdo inmarcesible que ya ofrecí dárselo a mi hija menor, como herencia, para que su tía, que no conoció, la acompañe siempre.

De todas las cosas que conservo, esta es la mas preciada.