Muchas cosas podría ser; he aquí un pedacito de lo que soy ahora. (Parte 1/3)

¡Hola!

Mi nombre es Manuel Martínez.
Les contaré un pequeño pedazo de mi historia.

Soy un joven que nació hace unos veinte años atrás en la ciudad de Caracas, Venezuela; en el seno de una familia compuesta solo por mi mamá y mi papá; dos personas como cualesquiera otros; dos personas que por mal o bien ya no se encuentran juntas; dos personas que mal que bien hicieron sus vidas por separado, hicieron cada uno de ellos sus propias familias, pero jamás pudieron cortar el nexo que inevitablemente los unía: un hijo, yo.

Estudié desde los dos años y medio en un colegio privado de la ciudad de Caracas, hasta el día en que me gradué de bachiller en el año 2015 teniendo tan solo unos cortos diecisiete años de edad. Apenas han pasado unos tres años hasta el día de hoy y es increíble escribir estas líneas, verme en retrospectiva, ver lo que fui y ya no soy, estar consciente de lo que deseaba en aquel momento y saber que muchos de mis propósitos han mutado, algunos de los sueños se han mantenido; pero definitivamente el Manuel del 2015 ya no es el Manuel que hoy esta sentado en su cama, escribiendo esta pequeña reseña sobre sí mismo, una noche de enero de 2018.

El colegio en el que toda la vida estudié profesa la religión católica como bastión fundamental en la vida de sus estudiantes y egresados. Irónicamente tengo todo menos lo católico; estudiar prácticamente quince años de mi vida dentro de sus aulas y recibir a diario la doctrina católica apostólica romana, causó en mí el efecto contrario. Nunca fue el camino más ideal para mí para alcanzar dicha espiritualidad, no era una religión en la cual me sintiese proyectado ni mucho menos producía en mi sentimientos de familiaridad, apego, regocijo o sustento; todo lo contrario, despertaba en mi dudas y confusiones. A mi parecer, es una religión que invita a sentirse culpable, a un constante arrepentimiento para alcanzar una supuesta redención el día de mañana cuando sea hora de pasar a la siguiente vida.

En fin, para no extenderme tanto con este tema; no quiero que el que lea esto crea que soy ateo, para nada, todo lo contrario; soy una persona que se considera a sí misma sumamente espiritual, pero para mí hay maneras mucho más acordes a mi estilo de vida para llegar a esta meta, para cultivar mi alma. Actualmente estoy incursionando en el mundo del budismo zen, recién comienzo mi viaje por este camino luego de haber conocido otros, les contaré más adelante como me va.

Por otro lado, soy bachiller mención humanidades; a raíz de esto comienza mi afinidad hacia la literatura y la reproducción de textos. Las ciencias; como la química, la biología, la física, entre otras; aunque siempre me han parecido rubros exageradamente interesantes y llenos de cuestiones excéntricas y dinámicas; no atrajeron lo suficiente mi atención como para querer haberme dedicado a alguna de esas cosas; por consiguiente, tomé mi camino por la mención de las artes, de los idiomas, la literatura. En resumen por el área de lo humano, lo antropológico y lo filosófico, las ciencias sociales y lo que normalmente define al quehacer diario e histórico del hombre: la cultura.

Estudié un poco de la historia del arte, de la sociología, lo más básico de la filosofía, la literatura en sus mayores ponencias; como el ensayo, la prosa, la poesía, el cuento, la fábula, el mito, los cantos y a grosso modo, el mundo de los libros. Le di pequeños sorbos al latín y al francés; honestamente materias que no son valoradas como se debería en mi país, dentro de la cultura donde nací. Fue una de las tantas decisiones que he tomado hasta el día de hoy en contra de lo que se me ha recomendado, y efectivamente, es una de las primeras decisiones importantes que más feliz me ha hecho hasta la fecha; las humanidades me abrieron la mente de formas que las ciencias de la tierra, la química y la física no hubiesen podido hacerlo.