Cuentos de trenes / La dama que viajaba a mi lado

cruzamilcar63 (76)Traveler 🇻🇪in Traveling Steem • 7 days ago

Tenía apenas quince días en Oviedo, hacia esa ciudad española me empujó la crítica situación de mi latinoamericano país, cuando una empresa de importación con sede en Madrid, consideró mi perfil como Licenciado en contaduría para ocupar una vacante disponible en el área de almacenamiento y distribución. Mi hermana, quien me dio albergue en su residencia porque ya tenía más de doce años viviendo en esas tierras asturianas, me indicó que la manera más fácil y cómoda de ir hacia la capital era en tren. Ella me acompañó, por supuesto, a comprar el boleto dos días antes del viaje, y me instruyó en todos los pormenores de aquel traslado tan inusual para mí.

_{En el tren... / F}

En efecto, era la primera vez en mi existencia que yo abordaría un tren, por lo tanto, me encontraba doblemente nervioso, ya que debía también enfrentarme a la primera entrevista de trabajo en una nación extranjera, con costumbres y modos de vivir tan diferentes a los que yo había experimentado en mi venezolano lar hasta ese entonces. Debido a todas esas circunstancias, decidí que debía trasladarme a Madrid un día antes de la cita formal como aspirante a un empleo, y así lo hice. Mi hermana me despidió en la estación, deseándome con sus amorosas intenciones de siempre, la mejor de las suertes cuando a las ocho y media de la mañana subí al tren que partiría treinta minutos más tarde.

_{Una elegante mujer / F}

Intranquilo y expectante, tomé el asiento que estaba indicado en el boleto y a mi lado se sentó una señora alta y elegante que colocó su maletín en la mesita que teníamos en frente, extrajo un libro titulado Juegos de la edad tardía y se arrellanó para leer, con una exquisita comodidad, en su butaca. Yo intenté aparentar igualmente, en cuanto aquel formidable transporte comenzó a moverse, una serenidad que estaba muy lejos de sentir, pero solo estuve quieto, con los ojos cerrados, como cinco minutos; no podía dejar de mirar el paisaje exterior que pasaba de forma muy rápida ante mis ojos. Me parecía maravilloso que toda la tierra, incluso los cerros, estaba libre de malezas y se expandía con una esmerada pulcritud hasta más allá del horizonte que alcanzaba a ver. Desde mi percepción, se presentaba como una franja interminable y exactamente igual en todo su recorrido, tan diferente a los espacios de mi nación, llenos de construcciones apiñadas, mal hechas, o asediados por el monte que amenaza con arrebatarle los márgenes a las vías…

_{En Madrid / F}

Habían transcurrido como dos horas de viaje, más o menos, cuando me levanté para ir a la cafetería a buscar un "cortado", así llaman al tipo de café que se convirtió en mi preferido desde que llegué a España. No sé si se debió al nerviosismo o a que el tren se tambaleó en ese momento, pero cuando regresé a mi asiento, la taza se volteó y una parte del oscuro líquido cayó sobre la falda de la elegantísima señora que viajaba a mi lado. Abrumado por la vergüenza y la torpeza, le presenté mis excusas de manera reiterada un sinfín de veces, mientras ella se limpiaba las pequeñas manchas con una servilleta. No se preocupe, me dijo, no es nada, pero en su rostro se podía mirar una profunda contrariedad y un enojo que, a duras penas, podía dominar.

Después de ese bochornoso incidente, me quedé tranquilo en mi asiento hasta el final del viaje. Apenas me moví y solo volví a levantarme de mi puesto cuando llegué a Madrid. Dispuesto a concentrarme en el motivo principal de aquel largo periplo, una vez que estuve en el hotel, decidí pasar esa incómoda página y prepararme para la entrevista de trabajo. Al otro día, cuando una secretaria de la empresa me condujo a la oficina de la Gerente de Recursos Humanos con la que debía hablar, me encontré de frente con la dama del tren, era ella quien me entrevistaría. La miré entre sorprendido y turbado; la dama hizo un gesto de sorpresa, pero después sonrió… Todo salió bien y trabajé allí durante nueve años.