El arte visual suele ser una sublime musa para la escritura, porque al desprender una narrativa que parte del relato que dicha pieza artística proyecta, estimulamos nuestra habilidad creativa e imaginaria; siendo este uno de los motivos que me impulsan a unirme a esta dinámica que auspicia nuestra amiga @solperez . Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  El invierno está por alcanzar su tópico cuando Clyde vuelve a su terruño después de 35 años ausente. La lluvia de sentimientos encontrados no se hace esperar cuando de sus ojos brota un mar de lágrimas que recorre sus mejillas y caen al piso dejando una eufórica huella.

  Cada paso que da, lo embarca en un viaje al pasado, recordando las travesuras y risas que vivió cuando era un pequeñín. Los suspiros de Clyde van y vienen cuando repentinamente su voz se debilita al decir:

Este es el lugar que más felicidad me ha dado

  Para él, la ciudad no ha cambiado nada y, esto le permite continuar con la mágica esencia que atesoró en su memoria durante los años de ausencia. Clyde estaba tan emocionado que, perdió la noción del tiempo; mirando el reloj colgante que saca del bolsillo de su chaqueta y se pregunta cuándo fue que pasó la mañana y tarde.

  Guardando el reloj, escucha un concierto que sale de su estómago. Esto le indicaba que debía ir a comer y, justo en ese momento, recuerda a doña Nina, la señora que tenía un pequeño restaurante en el centro de la ciudad. Para él, ella prepara el mejor asado con papa que ha comido y, ese era el momento de volver a degustarlo.

  Entre la caminata y el concierto de su estómago, Clyde se percata de algo que ha estado sucediendo desde que regresó a la ciudad, pero su euforia estaba tan elevada que, lo ignoró en su totalidad y es que, el saludo que le daba a las damiselas o los dones, no tenía respuesta.

  Aunque las personas que estaban en su entorno se veían felices, cuando él saludaba, lo miraban con rabia y murmuraban. Pensó que una pareja de enamorados que destilaban amor, iban a tener otra actitud, pero el gesto de rechazo que le hicieron, transformó la alegría que tenía, en desconcierto y tristeza.

  Esta realidad era dolorosa para él, porque durante años tuvo el concepto de que su ciudad natal era un lugar que brillaba por la cordialidad de sus habitantes y, ver que ahora todos eran groseros, le hizo pensar que, un lugar sin educación, no tiene belleza por más que el paisaje diga que sí.

  Decepcionado, Clyde agarra su bastón observando a un pinscher miniatura que se acerca a él en estado de algarabía; acción que alegró su corazón, pero cuando la dueña del can le grita:

Forastero, ¡No toques a mi perro!

  Clyde entendió que, la actitud de las personas estaba relacionada con que lo veían como un extranjero y, esto le causó más tristeza, porque en el país al que se fue hace 35 años, jamás le habían dado ese trato. La xenofobia que él sintió por parte de sus paisanos le mostró el deterioro social que hay y, la falta de valores se ha encargado de golpear la educación.

  Con el corazón partido y la pérdida de apetito, Clyde buscó un taxi que lo llevara al aeropuerto. No pensó que sucedería, pero ya no quería estar en su terruño, porque de aquel lugar que le regaló una lluvia de felicidad, solo queda el recuerdo y, no quería que la mala acción de los habitantes, le arruinaran sus memorias.

¡Muchas gracias por leer mi publicación!