Tiempo atrás, cuando la vida no tenía peso, ni iba tan apresurada, solía tener una cita con el amor de mi vida cada Domingo. Muy temprano en la mañana yo solía despertar, me alistaba entusiasma para salir a caminar de la mano de mi amado. Y durante nuestro trayecto el me abrazaba, me lanzaba besitos al aire y me preguntaba: — ¿vas a querer café? Yo respondía siempre segura que sí, que yo tomaba lo que él tomara, entonces me veía a los ojos para luego decirme: — está bien, mi niña bonita.

Nuestra cita siempre era en la misma panadería y al llegar a ella, él siempre pedía dos café con leche con un trozo de pastel o una bolsita de galletas. Yo me sentaba a disfrutar mi taza de café con galletas mientras él terminaba de hacer su pedido: — por favor me da una bolsa grande de pan francés, jamón, queso amarillo, una jarra de jugo de naranja y el periódico de hoy por favor.

Las mañanas de cada Domingo solo eran nuestras, él se tomaba su café y leía el periódico, mientras yo remojaba mis galletas en el café y lo miraba fijamente, pues era el amor de mi vida y aunque no lo supiera en ese momento si estaba segura de que lo amaba más que a nada en el mundo.

Cuando caminábamos de regreso a casa, en ocasiones me decía: — No le digas a tu mamá que ya tomamos café para poder tomar de nuevo en la casa — yo solo me reía y le recordaba: — papá, aún no hemos comprado las cachapas — a lo que él me respondía: — si es cierto mi niña bonita, vamos a comprarlas.

Mi papá fue el hombre que yo más amé en este mundo, hace 6 meses que ya no está conmigo y su ausencia se hace más dolorosa con el pasar de los días. Pero agradezco profundamente a mi Dios por regalarme a un hombre tan maravilloso y amoroso como lo fue él, sin duda él fue el amor de mi vida y se que nadie más me amara como lo hizo él.