Concurso "Una Aventura en Roraima" – Más valioso que el oro y los diamantes

¡Saludos a toda la comunidad! Cuando leí la invitación para este concurso ¡me emocioné! porque para mí el tepuy Roraima ha sido el mejor viaje que he hecho en Venezuela, desde el comienzo hasta el final esta excursión me dejó una energía difícil de explicar con palabras, lo que puedo decir es que cada vez que la recuerdo vibro de felicidad.

Además, la crónica de ese viaje fue mi primera publicación aquí en Steemit, así que también me recuerda la emoción que sentí al iniciarme en esta plataforma que nos permite compartir contenidos originales. Esta vez mezclaré la realidad con la ficción para dejar un mensaje de protección a la naturaleza.

Gracias @edlili24 por la invitación, se las extiendo a @gatubela, @ioanna-m y @wesp05. Igualmente, si tú que me lees quieres participar también, te dejo el link: https://steemit.com/hive-193637/@edlili24/concurso-de-escritura-una-aventura-en-roraima-steem-venezuela

Más valioso que el oro y los diamantes

Llegué muy temprano en la mañana a Santa Elena de Uairén después de un viaje de unas ocho horas en autobús desde Puerto Ordaz para hacer una excursión que deseaba hacía mucho: subir el Roraima.

Fui a la posada que también era la agencia de viajes con la que iba a hacer esta travesía y me dijeron que a las 5:00 de la tarde iba a haber una reunión con el guía, quien nos iba a explicar todos los pormenores de nuestra excursión, a la que partiríamos el día siguiente. Como apenas era mediodía aproveché y me fui de paseo por el pueblo, caminé por el centro y pregunté por los sitios de interés, uno de ellos es la iglesia, de piedra, la cual tiene una llamativa arquitectura.

En la reunión, el guía Marcos, de la etnia pemón, nos explicó cómo sería nuestro itinerario en esos seis días que se necesitan para subir y bajar del tepuy Roraima. En mi grupo éramos 20 personas, 13 de ellas extranjeros y el resto venezolanos. El guía Marcos me comentó que siempre era así, de todo el mundo venían a conocer el Roraima.

Al día siguiente nos montamos en los carros Toyotas de la agencia y nos fuimos rumbo a Paraitepuy, un caserío indígena que es el punto de inicio de la excursión. Allí hay un puesto de Guardaparques donde todo el que va a subir al Roraima debe registrarse, además te indican que respetes las normas, no dejes basura y tampoco te lleves los cristales de cuarzo de la montaña (algo que muchos no obedecen).

Allí se unieron a nuestro grupo otros chicos de la etnia pemón que trabajan con la agencia y que eran los encargados de llevar las carpas, los implementos de cocina, los alimentos, de hacer la comida para el grupo y también hacían de guías si hacía falta porque conocían muy bien la ruta y el lugar.

En Paraitepuy pude observar la inmensidad de la sabana, y al poco tiempo de iniciar la caminata para llegar a nuestro primer campamento, Río Tok, vi a lo lejos dos tepuyes: el Roraima y el Kukenan, ambos majestuosos y misteriosos.

En el camino me puse a conversar con uno de los chicos pemones para preguntarle sobre el lugar y el trabajo que hacía. Su nombre era Törön y me dijo que para él el Roraima era “el templo”, y que estar ahí le daba mucha felicidad, para él esto era más que un trabajo.

Después de unas seis horas caminando llegamos al campamento, donde ya nos habían montado las carpas y nos esperaban para mostrarnos el lugar, que tiene un bello río de heladas aguas. Nos juntamos todos los del grupo y fuimos al río con el guía Marcos y con Törön.

Allí estuvimos un buen rato hasta que llegaron los puri-puri, esos insectos minúsculos que se te pegan y chupan tu sangre dejándote una fastidiosa comezón jajaja. Luego nos fuimos a esperar la cena y mientras tanto escuchamos algunas historias o leyendas sobre el Roraima, como por ejemplo que no se debe gritar en su cima porque las nubes se enojan y llueve o que en la pared del tepuy hay un portal energético que se puede atravesar y tener contacto con seres de otros mundos.

Al día siguiente emprendimos la caminata hasta el segundo campamento, donde ya tendríamos el Roraima cerca, la pared del tepuy está allí. Por el camino le pregunté a Törön si era verdad que en estas tierras de la Gran Sabana había tanta riqueza mineral: oro y diamantes.

Él me miró pensativo, algo triste también y dijo: “esa es la lucha que libramos actualmente por aquí”. Mientras íbamos caminando me contó que muchos de sus compañeros de trabajo habían dejado de ser guías turísticos porque los habían seducido las minas.

Antes de ir al Roraima yo había leído algunos artículos sobre el tema que denunciaban que el Parque Nacional Canaima estaba en peligro por la expansión de los buscadores de oro y la contaminación que eso estaba causando, aunque por allí donde pasamos no vi ninguna mina afortunadamente.

Tras caminar unas seis horas llegamos a nuestro campamento base y nos emocionamos mucho al tener la pared del Roraima ya a nuestro alcance, ¡al día siguiente haríamos cumbre! Esa noche el cielo estaba particularmente hermoso, con unas tonalidades púrpura.

Despertamos temprano para desayunar y el guía Marcos nos dijo que debíamos estar listos antes de las ocho de la mañana para iniciar la subida, por fin transitaríamos por la rampa natural que se encuentra en la pared del tepuy y que te permite llegar a su cumbre.

Al dar el primer paso en la rampa, toqué la pared del Roraima y le pedí permiso para subir, a partir de allí tal parece que entras a otra dimensión, con razón los exploradores de todo el mundo han escrito tantas crónicas sobre este lugar. Lo primero que llama la atención es su vegetación, con especies que sólo crecen allí, aparte de que hay agua corriendo en varias partes del ascenso, por lo que hay que tener cuidado de no resbalar.

Ya casi llegando a la cima hay un tramo que llaman “el paso de las lágrimas”, porque unas pequeñas cascadas caen desde las piedras y te salpican levemente mientras subes entre las piedras. Por allí me encontré nuevamente con Törön y me dijo que me preparara para ver lo que venía…

Subiendo por unas grandes piedras negras, llegué a una superficie plana, con arena rosada y un paisaje de oscuras rocas esparcidas por todo el lugar. Sí, ¡cumbre!

Avancé un poco más y vi a otros compañeros del grupo que ya habían llegado, el guía les había dicho que nos concentráramos allí para luego irnos todos juntos hacia nuestro hotel. Bueno, así le dicen ellos, en realidad los hoteles son unas cuevas que tiene el Roraima, allí es donde se montan las carpas y todo el campamento.

Al mirar a mi alrededor el paisaje estaba conformado por una planicie con rocas negras de diferentes formas y vegetación esparcida entre ellas. Fuimos caminando hasta que llegamos a nuestro hotel-cueva.

“¿Qué te parece?” Me preguntó Törön, yo estaba fascinada con ese lugar, mis expectativas estaban rebasadas.

Los dos días que pasamos conociendo la cumbre del Roraima estuvieron llenos de sorpresas. Visitamos el Valle de los Cristales, donde hay cuarzos por todas partes; vimos la pequeña ranita negra que sólo vive en este lugar, la planta carnívora que come insectos, los ríos que corren y desembocan en varias cascadas, fuimos para El Abismo, desde donde observamos la inmensidad de la Gran Sabana, nos despertamos a las cinco de la mañana para ver un amanecer tepuyero, caminamos hacia La Ventana para desayunar viendo el tepuy Kukenan y todo ese abrupto y hermoso paisaje, luego conocimos los jacuzzis, unas impresionantes piscinas naturales que en el fondo tienen cuarzos; también nos aventuramos hacia Las Grietas, unas formaciones rocosas que parecen un laberinto; y subimos al punto más alto del Roraima, llamado Maverick o el carro.

Después de haber visto tanta belleza conversé nuevamente con Törön, sobre la riqueza natural incomparable que allí hay.

“¿Ves?” Me dijo, “yo se lo dije a aquellos compañeros míos que abandonaron el turismo para trabajar en las minas. Ese no es el futuro del país, la minería puede acabar con todo este lugar único y ya nadie vendrá para acá, en cambio el turismo de aventura, ecológico, nos mantendrá vivos a todos, esto es más valioso que el oro y los diamantes”.