Hola mi gente bella de Steem Venezuela. Esta semana he querido prepararles esta pequeña historia a propósito de haberse celebrado el día de la madre ayer.

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Regalo de Dios

María era una niña de seis año de edad, única hija de aquella pareja que después de una extraña enfermedad que ambos contrajeron en su último viaje a las selvas del Amazonas, quedara ella estéril sin posibilidades de volver a tener hijos.

Con el pasar del tiempo María se convirtió en una linda mujer quien a sus veinticinco años ya estaba comprometida en matrimonio, próxima a casarse en el mes de diciembre.

Su boda se llevó a cabo sin ninguna novedad y luego del primer año de casados decidieron tener su primer bebé, pero luego de intentarlo por espacio de año y medio y tras acudir a especialista descubrieron con sorpresa que María también padecía la esterilidad de su madre.

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Aquella condición hizo que la situación entre la pareja se tornara difícil y el esposo sin decirlo directamente la culpaba a ella por esta desgracia. María por su lado, día a día, sufría en soledad aquella maldición familiar que amenazaba con destruir su matrimonio.

Una mañana al regresar de compras del mercado llegando a la casa tropezó al cruzar la calle y todas las frutas y verduras que traía en la bolsa se dispersaron en la acera. Un pequeño niño de siete años al ver lo ocurrido se acercó y le ayudó a recoger todo. Ella en agradecimiento le ofreció algo de dinero y el niño mirándola a los ojos le dijo: ”La señora Juana me ha dicho que no está bien cobrar los favores, que ya Dios se encargará de recompensarnos.”

María se sorprendió del gesto del niño, quien a tan corta edad ya razonaba de esa manera. Le agradeció y le invitó a que por lo menos entrara a su casa para tomar una taza de leche con galletas a lo que el niño accedió.

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Luego de un rato de conversación María se enteró que el niño era huérfano y vivía en la casa de una ancianita llamada Juana, quien a pesar de su pobreza y avanzada edad se estaba haciendo cargo de él. Le pidió al chico que cuando quisiera la visitara ya que ella pasaba mucho tiempo sola porque su marido viajaba muy seguido y de esta manera podría hacerle compañía.

Al día siguiente María fue donde el chico le había indicado que vivía y no pudo ocultar la sorpresa al ver la pobreza extrema en la que vivía. Disimulando la sorpresa saludó al niño y este en seguida la tomó de la mano y la condujo con la anciana con la que vivía diciéndole: “abuela Juana esta es la señora que conocí ayer”.

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La anciana al verla la saludo con una sonrisa diciendo: “que bueno que tenga el detalle de visitarnos; disculpe todo el desorden del lugar pero a mi edad es muy difícil tener todo arreglado y a ¿qué se debe esta visita?”.

María entonces saludándola le dijo: Hola Señora Juana, ayer conocí a Manuel y quise visitarlos para ponerme a la orden en cualquier necesidad que tenga y también para pedirle el debido permiso para que él me pueda visitar a diario o cuando tenga gusto de hacerlo.

La señora Juana entonces inició una larga conversación con María y le contó sobre el accidente ocurrido en la casa de Manuel, donde al explotar una bombona de gas, toda la familia del niño había fallecida y solo se había salvado él y desde entonces ella se encargó de cuidar al niño. Le dijo que pronto su hijo, quien estaba fuera del país vendría para llevársela pero ella no tenía dinero para arreglar los papeles del niño y que a pesar de que no quería entregarlo a manos del gobierno tendría que hacerlo.

María sin pensarlo dos veces le dijo, pero si usted quiere yo me encargo de él, estoy seguro que mi esposo se pondrá contento con la idea porque ambos hemos querido tener un hijo pero soy estéril.

Con el pasar de los días Manuel tras cada visita le fue tomando cariño a aquella pareja y un día les dijo: “Quiero que ustedes me adopten, porque ya sé que mi abuela Juana se tiene que ir la próxima semana y no me puede llevar y aquí con ustedes me he sentido como si fuera su propio hijo”.

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María con lágrimas en los ojos miró a su esposo quien ahora ilusionado con el niño con el quien cada vez que llegaba de sus viajes le dedicaba tiempo para jugar, cual si fuera su hijo, le asentía con la cabeza diciéndole que sí, entonces le contestó: “Por supuesto que si te adoptaremos. Desde el primer día que te conocí, supe que tú eras el hijo que tanto le había pedido a Dios, eres su regalo y mi mayor bendición.