Sonreír puede parecer una respuesta involuntaria a algo que nos resulta gracioso o nos hace sentir bien. Cuando vemos a alguien sonreír, nos parece agradable y nos inspira confianza. Sabemos que nuestro cerebro produce hormonas malas y buenas. Las malas son las que nos provoca la ira, depresión y estrés, como el cortisol y la adrenalina. Cuando sonreímos y nos sentimos bien, nuestro cerebro empieza a generar las hormonas de la felicidad como la serotonina, dopamina, oxitocina y endorfinas, algo así como cuando estamos enamorados, que andamos siempre felices, esperando el momento de ver nuevamente a nuestra media naranja y las cosas malas nos resbalan. Es un ejemplo de cómo las hormonas buenas combaten las hormonas malas que producen nuestro cerebro y nos hacen sentir mejor.

Sí, la sonrisa es bastante contagiosa, de hecho, tenía un tío que tenía mucha habilidad para inventar cuentos y chiste, y unos amigos que hacían reír a las personas. Cada vez que moría alguien conocido, eran los primeros en estar en los funerales, anteriormente se acostumbrara amanecer en las funerarias o en todo caso, sí la familia quería, lo velaban en sus casas, pero mientras les daban caña y sancocho, ellos amanecían distrayendo a los presentes.

Recibir sorpresivamente una fresca corriente de aire puro que me envuelva. Ver a mi gato correr de alegría cuando llega de la calle, y encontrar el almuerzo hecho cuando llego cansada de hacer alguna diligencia.

La mayoría de mis amigas siempre están sonriendo. Ninguna se escapa de tener algún problema, pero no podemos sumerginos en ellos, nos hace daño física y mentalmente. La foto es de una de mis amigas, su nombre es Marisol Gutiérrez, siempre nos contagia con su risa, fortaleza y buen humor.