Lunes de escritura / Me había ilusionado viéndome en el espejo vestida con unos bikinis de tigresa

Allá en la sala se veía Renzo mirándose la pinta en el espejo y a punto de salir a la calle. Pero su mujer no estaba de acuerdo con esa salida, y por eso le dijo:

• La última vez que te fuiste adonde Lucho, te metiste en problemas. Parece que el chip de la vergüenza no existe en tu cabezota.
• Bueno, Gladis, tampoco exageres. Lo que pasó fue que esa gente me brindó caña blanca y yo me había ido de aquí sin cenar.
• ¿Y por qué les recibiste sabiendo que te iba a hacer daño?
• Porque me daba pena despreciarles.
• Ay, sí. “Me daba pena”. Te viniste desde allá a patica y por el camino te quedaste dormido encima de la acera. Igual que un juguete, se te descargaron las baterías.
• Bueno, pero esta vez te aseguro que no voy a beber. Voy a jugar una partida de dominó, a charlar un rato y a preguntarle un asunto a la esposa de Lucho.
• De ñapa eres mala bebida. Te vuelves loco cuando estás borracho. La esposa de Lucho me dijo que corriste de allá a unas muchachas porque les estabas metiendo mano. Y dizque le agarraste no sé qué cosa a una de ellas.
• ¿Quién? ¿Yo?
• Ah, sí. Hazte el inocente.
• Bueno, cuando uno ya está sobrio no se acuerda de nada.
• Entonces haz un esfuerzo. Porque si sigues haciéndome pasar penas, un día de estos te voy a sacar a la calle los tres trapitos que te quedan, y a esta casa no vuelves más nunca.
• Ya. Está bien. Tú ganas. Esta casa es tuya. Aquí soy casi como un arrimado. No quiero ser para ti otro de los exmaridos malucos de tu lista.
• Lo dudo. No se te ve en la cara ninguna pizca de voluntad. Trata de no beber esta noche. Al menos ya te metiste una arepa bien resuelta con huevos y chicharrón. La última vez tuve que salir con Pedrito en la madrugada, a buscarte con una linterna en la mano para sortear los baches de esta calle que lleva ya varios años sin bombillos.
• A esas horas deberías dejar tranquilo a mi hijastro.
• Ajá, ¿y quién me iba ayudar a levantarte del piso? Te quedaste dormido justo en la esquina donde está la funeraria. De broma no te recogieron y te metieron de una vez en un ataúd. Y Pedrito fue el que se regresó a buscar la carretilla para traerte, como si fueras una cochina.
• Ay, Gladis. No te pongas así porque me entristezco –le dijo mientras le acariciaba una mejilla.
• Sí. Me vas a hacer llorar.
• Morena mía, en este mundo para mí no hay nadie como tú. Mira, tú eres mi caramelito tropical.
• Ay, sí, Renzo. Con tanta dulzura no hace falta comer postre.
• No seas así, corazón. De verdad que tú me encantas.
• Mira, ¿y qué es lo que le vas a consultar a la esposa de Lucho?
• Él me dijo que su señora sabe de alguien que compra cabelleras largas por 100 dólares. Es que, como tú sabes, gasté los 30 dólares que tenía, comprando estos zapatos deportivos y este pantalón a los buhoneros del mercado. Por eso necesito vender mi cabellera, la que ya me llega a la rabadilla.
• ¿Verdad?
• Claro, mujer. Con eso te podré comprar una ropita íntima sexy, de esas que vienen estampadas con piel de tigre.
• Como un tigre, todo rayado, te vas a volver, si sigues con tu necedad –opinó ella en medio de la risa.

Renzo salió a la calle, perfumado y elegante, estrenando pantalón y zapatos, luciendo su típica cola de caballo a lo largo de la espalda. Pero la preocupación de Gladis se acrecentó desde la media noche, hasta que el reloj marcó la una. Su intuición femenina se lo dijo firmemente: “Anda a buscar al Renzo. Ese seguro que ya está tirado por ahí en la acera. Anda despertando a Pedrito para que te ayude y llévate de una vez la carretilla”. La pobre lloró, pero tuvo que hacerlo.

Y dicho y hecho. A una cuadra de distancia, Renzo estaba tirado bocarriba y un perro callejero lo olfateaba como con ganas de orinarlo. Fue cuando Gladis comentó delante de su hijo:

• Mira como lo dejaron los rateros: Le rasparon los zapatos, el pantalón y de ñapa le cortaron casi de raíz toda la melena. No le robaron los interiores porque a lo mejor se fijaron en los agujeros. Qué mala suerte, hasta ya me había ilusionado viéndome en el espejo vestida con unos bikinis de tigresa.

Invitando a: @mariami, @solperez, @tocho2, @albenis, @inspiracion
La caricatura es de mi autoría (ahí está mi firma). Foto tomada con un Huawei Honor.