¡Nunca vi algo semejante,
Catástrofe semejante nunca vi!
Fue el colapso del mundo
Una sacudida colosal.
¡Ruinas por doquier!
¡Mares congelados!
La tierra desprovista de vida y
La esperanza sucumbida a la oscuridad.
Fue el techo de mis añoranzas la noche sin fin.

Este apocalipsis me llevará a los pies
Del nuevo mundo, a sus confines sagrados
De redención. No hay caminos o atajos
Escondidos, Será un viaje de errantes,
Un paseo incierto sobre los restos
De aquellos caídos.

¡Desdicha! ¡Oh, desdicha!
¡Desventurado he rozado las vestiduras
Del delirio! Mas, alzaré mis ojos a las nubes,
Las siluetas de las aves que se alejan por el
Horizonte me dirán en dónde
Yace hoy la esperanza.

¡Que no se amilane mi alma en cobardía!
Pues este lóbrego final trae en sus manos
La radiante luz del génesis;
Pisaré tierra santa y hallaré salvación.

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