El tiempo es oro

El tiempo nunca se detendrá, avanza hacia un infinito que jamás observaremos, por eso debemos aprovechar el breve transcurrir que nos toca en este mundo...

_{Realizada en PowerPoint/ Imagen propia/ F/ F}

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Debemos, ante todo, tener presente que el tiempo es una dimensión tiránica que termina controlando íntegramente nuestra vida, todas las acciones que realizamos se encuentran condicionadas por este factor que solo avanza sin detenerse ni un momento para evaluar lo que ha hecho o lo que realizará en el futuro. Cada uno de los seres humanos, a menos que se encuentre en los predios de la demencia, necesita tomar en cuenta el tiempo para cumplir con sus objetivos personales y para concretar lo que le exigen las pautas sociales.

En estos momentos, mi vida, por supuesto, se encuentra circunscrita a las convenciones del tiempo que hemos instaurado para la organización y planificación de la existencia. Es imprescindible que cumpla con un horario de trabajo, que atienda todo lo que en el hogar se requiere y que dedique tiempo de calidad a la familia y a la recreación personal. En esos quehaceres transcurren las horas y los días de una cotidianidad que me ha proporcionado bienestar y orgullo e intento mantenerla así hasta que finalice mi presencia en este mundo.

Estoy en una etapa, sin embargo, en la que el tiempo no me agobia. Esto se debe, quizás, a que ya mis hijos son adultos que marcaron su rumbo personal y a que las metas más importantes que me propuse, ya sean académicas, laborales o de otra índole, las he alcanzado dentro de los lapsos vitales en que las proyecté. Eso no quiere decir, de ninguna manera, que muy poco me importa el paso de los años o que carezco de ambiciones para el futuro, que ya no me quedan proyectos por cumplir. Para vivir a plenitud es menester contar con motivaciones que nos mantengan ocupados e ilusionados porque, de lo contrario, seríamos seres clausurados, con un final sin nuevas perspectivas que ya por comodidad hemos aceptado.

He dicho que ya el tiempo no me agobia, porque aprendemos, a medida que pasan los años, a observar el mundo en que vivimos con mayor serenidad. Las urgencias y los atosigamientos de las etapas pasadas son manifestaciones efervescentes que ya no tienen razón de ser, ya que estamos muy conscientes de nuestras verdaderas posibilidades. Llega un momento en que nos damos cuenta de que si algo tiene todos los síntomas de que va a salir mal, por mucho empeño o esfuerzo que pongamos en ello para obtener resultados positivos, lo más probable es que fracase.

Las consignas o frases impactantes, muy en boga en estos tiempos, que remarcan afirmaciones como “el que quiere, puede”, por ejemplo, las examinamos con mucho cuidado, ya que sabemos que las derrotas son experiencias reales y nuestras habilidades, al igual que los recursos, son limitados. Y no se trata de que seamos conformistas, sino de aspirar a las metas que sean factibles de lograr, precisamente porque el tiempo avanza para ponernos cada día más viejos, más cerca del final.

Por todas esas razones sabemos valorar el imprescindible tiempo dedicado a la recreación. Este solo sería un desperdicio si toda nuestra vida estuviese dedicada a una irresponsable diversión, si fuésemos seres inconscientes que echáramos a un lado las labores formales y la productividad, cuyas virtudes nos enaltecen ante la familia y la sociedad. Quien es capaz, sabiamente, de equilibrar el ocio y el trabajo en su existencia determina con certeza que sus días no necesitan horas de más ni de menos.

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Invito a los amigos:
@elider11,
@napito y
@yenny47

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_{Nota: Todas las imágenes que no están referenciadas con su respectiva fuente pertenecen al autor y fueron tomadas con la cámara del teléfono móvil, modelo: Samsung SM-A135M.}