CONCURSO: “Una aventura en Roraima” - “El duende curandero de Roraima”
Bienvenidos amigos de Steemit
Complacida de participar en este concurso porque escribir es una de mis actividades favoritas, así que esta iniciativa de mi amiga @edlili24 no la podía pasar por alto. Espero que les guste.
Imagen original del Concurso. Publicación de @edlili24
CUENTO
Siempre quise viajar a Roraima, me encanta la naturaleza y quería sentir su poder en los paisajes, ríos y bosques. Es una parte de mi identidad venezolana y de cierta forma no concebía morir sin conocer ese mágico lugar conocido nacional e internacionalmente. Así que ahí estuve.
Recorrí de la Isla de Margarita hasta Bolívar, crucé el mar hasta los ríos de Guayana para cumplir uno de mis sueños. Cuando estaba a punto de subir a la avioneta que me llevaría hasta el lugar permitido para turistas, un nativo, de una de las tribus, se acercó al grupo y nos advirtió que abriéramos la mente a todo lo que nos iba a ofrecer esa tierra, nos dijo que no nos extrañara si en nuestro paso, en los bordes de las cascadas, aparecía un ser distinto.
Cuando vio nuestra expresión de incrédulos dijo, sí DUENDES. Decía el señor, esos pequeños seres si son traviesos pero no malos, de una figura singular, no son aterradores, pero no todo el mundo asimila su existencia sin que les cause cierto temor. Viven camuflados en el verde de los árboles...
No quise interrumpir su charla y acosarlo con preguntas, decidí solo escuchar lo que tenía que decir. Continuó diciendo que había varios duendes y que ellos decidían a quien mostrarse. Si los quieres ver, el secreto para encontrarlos es creer que mereces poder verlos por alguna razón, y ellos cual perro que percibe el miedo, podrán percibir lo que tu espíritu transmite y de acuerdo a eso un duende especial para ti aparecerá, dio la vuelta y se fué.
Yo, entre asombro y encanto, no podía dejar de imaginar que en ese viaje yo iba a encontrar a una de esas mágicas criaturas, lo deseaba con ansias, fervientemente lo creí. Tan absorta estaba con mi imaginación que no me di cuenta del trayecto en la aeronave hasta que aterrizamos.
Es imponente y hechizante todo aquello, es otro mundo, definitivamente para los amantes de la hermosa madre tierra y sus frutos, es lo máximo. Gozando a mil por ciento el ambiente y tomando fotos como loca me aleje lo suficiente para llegar al lugar mágico donde un duende apareció, no me asustó en lo absoluto, más bien me pareció estar viendo un hombre enano y ya.
Me causo mucha gracia como me miraba, parece que yo sí lo intrigaba. No me atreví a decir una palabra hasta que luego de un minuto me regaló una bola de colores. Le pregunté por qué me eligió y qué significaba la bola. Me dijo así eres tú, generosa, te gusta ayudar y ver a los demás contentos. Tu sonrisa te abre muchas puertas pero cuídate de quienes envidian tu luz. Esta bola de colores hará que desenfoquen su vista de ti.
No pude pronunciar una palabra más, y él continuaba… Seguirás paso a paso brillando. Comparte tu luz a quienes la necesitan y la valoran, no la manches ni la desperdicies con rencor. Yo soy un duende curandero, en ti sólo he sanado tu inseguridad y el temor de no poder lograr aquel otro sueño. Como lo hiciste al venir aquí, ve con paso firme, llegarás.
Y entre las risas de él y otros que no pude ver, en un árbol se camufló, a esperar que alguien más, como yo, mereciera su toque mágico.
Siempre quise viajar a Roraima, me encanta la naturaleza y quería sentir su poder en los paisajes, ríos y bosques. Es una parte de mi identidad venezolana y de cierta forma no concebía morir sin conocer ese mágico lugar conocido nacional e internacionalmente. Así que ahí estuve.
Recorrí de la Isla de Margarita hasta Bolívar, crucé el mar hasta los ríos de Guayana para cumplir uno de mis sueños. Cuando estaba a punto de subir a la avioneta que me llevaría hasta el lugar permitido para turistas, un nativo, de una de las tribus, se acercó al grupo y nos advirtió que abriéramos la mente a todo lo que nos iba a ofrecer esa tierra, nos dijo que no nos extrañara si en nuestro paso, en los bordes de las cascadas, aparecía un ser distinto.
Cuando vio nuestra expresión de incrédulos dijo, sí DUENDES. Decía el señor, esos pequeños seres si son traviesos pero no malos, de una figura singular, no son aterradores, pero no todo el mundo asimila su existencia sin que les cause cierto temor. Viven camuflados en el verde de los árboles...
No quise interrumpir su charla y acosarlo con preguntas, decidí solo escuchar lo que tenía que decir. Continuó diciendo que había varios duendes y que ellos decidían a quien mostrarse. Si los quieres ver, el secreto para encontrarlos es creer que mereces poder verlos por alguna razón, y ellos cual perro que percibe el miedo, podrán percibir lo que tu espíritu transmite y de acuerdo a eso un duende especial para ti aparecerá, dio la vuelta y se fué.
Yo, entre asombro y encanto, no podía dejar de imaginar que en ese viaje yo iba a encontrar a una de esas mágicas criaturas, lo deseaba con ansias, fervientemente lo creí. Tan absorta estaba con mi imaginación que no me di cuenta del trayecto en la aeronave hasta que aterrizamos.
Es imponente y hechizante todo aquello, es otro mundo, definitivamente para los amantes de la hermosa madre tierra y sus frutos, es lo máximo. Gozando a mil por ciento el ambiente y tomando fotos como loca me aleje lo suficiente para llegar al lugar mágico donde un duende apareció, no me asustó en lo absoluto, más bien me pareció estar viendo un hombre enano y ya.
Me causo mucha gracia como me miraba, parece que yo sí lo intrigaba. No me atreví a decir una palabra hasta que luego de un minuto me regaló una bola de colores. Le pregunté por qué me eligió y qué significaba la bola. Me dijo así eres tú, generosa, te gusta ayudar y ver a los demás contentos. Tu sonrisa te abre muchas puertas pero cuídate de quienes envidian tu luz. Esta bola de colores hará que desenfoquen su vista de ti.
No pude pronunciar una palabra más, y él continuaba… Seguirás paso a paso brillando. Comparte tu luz a quienes la necesitan y la valoran, no la manches ni la desperdicies con rencor. Yo soy un duende curandero, en ti sólo he sanado tu inseguridad y el temor de no poder lograr aquel otro sueño. Como lo hiciste al venir aquí, ve con paso firme, llegarás.
Y entre las risas de él y otros que no pude ver, en un árbol se camufló, a esperar que alguien más, como yo, mereciera su toque mágico.
Muy creativa, me gusto el dibujo, gracias por compartir tu talento con nosotros!