TRABAJO INFANTIL EN VENEZUELA ¿EXPLOTACIÓN INFANTIL O MEDIO PARA MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA?

Recientemente vi en Twitter la publicación de una persona, al parecer dueña de una panadería, decir algo más o menos así: “ayer vino este niño y me dijo que le regalara una golosina, en lugar de eso le ofrecí empleo y le dije que viniera mañana. Hoy llegó más temprano que yo. Le dije que si se esforzaba podría convertirse en mi mano derecha” ese tuit iba acompañado de unas imágenes donde se veía el dueño de la panadería con el niño, al parecer de unos diez años.

De inmediato esta persona, el dueño del local, empezó a ser objeto de críticas por parte de otras personas que lo señalaban por promover el trabajo y la explotación infantil. Según ellos, un niño no debería estar trabajando, debería ir a la escuela, estudiar y hacer todas esas demás cosas que hacen los niños, todas esas demás actividades propias de la infancia; por ello, este señor, al darle trabajo está arruinando su infancia, y privándolo de todas estas cosas que debería gozar un niño.

En principio estoy de acuerdo, ¿Quién no podría estarlo? Un niño debe gozar su infancia a plenitud, el trabajo es la última actividad a la que una persona de esa edad deba dedicarse. Sin embargo, la situación que atraviesa actualmente Venezuela es atípica, la instituciones son poco eficaces en cumplir sus funciones; muchas familias carecen de recursos suficientes para satisfacer las necesidades de sus hijos; buena parte de la población vive en pobreza extrema. En fin, una de las peores tragedias del XXI.

Como si fuera un poco, un virus altamente contagioso tiene en aprietos al mundo entero, y, especialmente, a los países más vulnerables como Venezuela. En ese sentido, que un niño viva una infancia plena es el ideal, pero, lamentablemente, no siempre el ideal se ajusta a la realidad, y la realidad es que para que una persona puede proveerse todos esos bienes como la educación, las ropas, la compañía de otros niños para jugar, tiene que haber de por medio un mecanismo que le permita llegar a ellos. Lo ideal y normal, es que los padres faciliten den a los niños todos estos bienes que necesitan, pero ¿cómo un niño podría llegar a disfrutar su infancia plenamente si sus padres no tienen recursos para, ni siquiera, darles de comer?, o, por poner un ejemplo, ¿si ese niño no tiene padres quienes les suministre bienestar, quién se ocupará de ellos, otros familiares?, pero si en muchas ocasiones, los otros familiares tampoco pueden o no quieren hacerse a cargo de un menor en esta situación. Entonces, ¿debería hacerse cargo el Estado de la responsabilidad de crianza de estos niños? Pues no es tan sencillo, los órganos que cumplen esta función, como comentaba, son ineficaces.

En estos casos, donde no hay padres, familiares, ni instituciones estatales que puedan brindar bienestar a un menor ¿Qué alternativas le quedan al infante para satisfacer sus necesidades básicas? Entiéndase: alimentación, vivienda, vestidos, etc. Francamente veo dos alternativas: la primera, la vida callejera; ese infante empezará a mendigar o, en el peor de los casos, tomará la delincuencia como medio de subsistencia. La segunda alternativa, realizar alguna actividad, ajena a la delincuencia, donde puede percibir ingresos; en pocas palabras: trabajar.

Sin embargo, hay personas, como las que criticaron al dueño del local, que se escandalizan. Para ellos es inconcebible que un niño trabaje, pues “debería gozar su infancia”. No obstante, para gozar la infancia, primero hay que alimentarse; sin acallar el hambre no se puede gozar de lo demás. Estas personas parece no entienden la situación actual por la que atraviesa el país, creen que solo con “buenas intenciones” se salvan vidas y lo que sucede muchas veces es lo contrario, las buenas intenciones pueden ser más perjudiciales si se ignora la realidad.

Imaginemos por un momento que estos buenistas que se sienten súper indignados porque una persona está dando trabajo a un niño, deciden denunciarlo. Pues bien, lo que lograrán es un efecto aún peor: primero, ese niño que ya había conseguido una fuente de ingresos, se verá condenado a la vida callejera, ya que no se le permitirá trabajar. Segundo; el panadero será sancionado por el Estado, pues al dar trabajo a un niño está saliéndose de la ley, con lo cual, esas sanciones pueden hacer incluso que esta persona pierda su actividad comercial.

El daño no es solo individual, también es un daño para la sociedad; la sociedad estría perdiendo a alguien que ofrece su mano de obra a cambio de dinero, pero, a cambio, estaría “ganando “un potencial delincuente, pues no tiene otra alternativa que la vida callera. Por otra parte, si la sanción al comerciante es de tal magnitud que lo haga cerrar su negocio, la sociedad pierde a alguien que genera riqueza en la sociedad, pues, en primera medida, ofrece bienes y servicios; y, en segunda medida, genera empleo. Toando en cuenta la situación actual venezolana, esas pérdidas son valiosas para para nosotros.

En conclusión, antes de juzgar o denunciar a alguien, guiado por “buenas intenciones”, lo primero que debe hacerse es ver si esas buenas intenciones se justan a la realidad, pues los señalamientos infundados pueden ser más perjudiciales que los efectos deseados.