La fecha 20 de Noviembre de 1971, la ciudad Maracaibo, dentro de la celebración de la Feria de La Chinita se hallaba este encuentro, los zulianos tenían la oportunidad de ver coronarse campeón mundial del peso mosca a su ídolo Betulio González.

Todo estaba dispuesto en mi casa, en la cocina hervía aquel sancocho de gallina que con su aroma impregnaba el lugar, una cervecitas para acompañar y todos sentados alrededor del aquel televisor en blanco y negro, aroma de triunfo se respiraba en la ciudad, ya Betulio lo habría intentado meses antes sin éxito, pero ahora era en su tierra natal y los zulianos sentíamos que con nuestra buena vibra sería diferente y el lugareño noquearía al filipino.

Transcurrió el encuentro y González no noqueó a Salavarria, mal presagio al ser este el campeón del momento ante el Consejo Mundial de Boxeo en defensa de su corona. A medida que transcurrían los asaltos, la esperanzas y la alegría iban en disminución. Al fin termino el 15 y la decisión fue empate, tablas. De repente unos gritos, un revuelo y alguien con la mano alzaba una botellita de un líquido rojo según los narradores del evento. No se precisaba si era guarapo de azúcar o anfetaminas o amabas cosas. Lo cierto es que todo quedó en pausa, el corazón de los zulianos y el campeonato mundial de boxeo mosca. Comenzó una diatriba entre los consejos de boxeo nacional y mundial, al filipino le quitarón el título, al parecer el venezolano ganó, cuando meses después le fue conferido el trofeo mundial, más Betulio González no lo aceptó en una demostración de pundonor deportivo.

Se nos detuvo el corazón, la confusión reinó, la botellita marcó como hecho singular la carrera maravillosa de un zuliano el primer venezolano en ser tres veces campeón mundial, el tiempo le dio la oportunidad a Betulio González de demostrar que él no necesitaba de una Botellita.