Dicen que salir de la zona de confort no es nada malo, y desde que la noche se puso hasta que el sol salió, se cerró un ciclo, pero, a pesar de la monotonía de la rutina siempre hay un espacio para algo diferente. Les confieso que me dio por acompañar a mis amigos a una sesión, pero no fotográfica, y el resultado está en las fotos.

Tatuarse es una decisión netamente importante, no tanto porque se modifica la piel; existen muchas formas de expresar el arte y esta forma de expresión es la manera en que las personas se motivan a contar una historia o marcar su identidad, y no estamos hablando de aquello diseños que se hacen con Henna que un par de meses después desaparece, hablamos de tinta que, aunque mueras, lo dibujado nunca desaparecerá.

La pregunta es: − ¿Valió la pena?
Y la verdad es que ellos expresaron con su piel más de lo que se esperaba, yo, puedo decir que disfrute acompañándolos, viendo sus caras y escuchando como se quejaban del dolor, no obstante, fue un momento sumamente divertido.

Y a la final cantamos…

P.D. En este caso me tocó ser la fotógrafa, fue un día de locos.

Gracias Dios por este día tan maravilloso, y gracias a ustedes...