Agradecida primeramente con Dios porque solamente con el hecho de haberme permitido abrir mis ojos nuevamente, ya es una gran bendición para mí. En ésta maravillosa oportunidad tengo el agradable placer de encontrarme una vez más por acá para unirme a ustedes a través de la dinámica de hoy bajo la temática de Escritura.

Y de tal manera compartir con ustedes un cuento inédito redactado por mí, inspirado en un niño caprichoso y sus padres que le consentían todo. Ya sin más preámbulos, les hago la cordial invitación para que me acompañen en ésta historia; y mi cuento dice así...

Érase una vez un joven llamado Erick, su padre era un ejecutivo prestigioso y su madre una exitosa abogada en la sociedad; ambos tenían muchos bienes materiales (eran dueños de empresas muy famosas) y Erick era el único hijo.

El niño tenía todo lo que quería; ropa, zapatos, juguetes (todo a nivel material) lo que había hecho llenar su corazón de vanidad. TODO lo que veía lo quería; pasaron los años, Erick creció y ya no era un niño sino un joven fanfarrón con un corazón arrogante.

Llegó el día del festejo por su mayoría de edad; sus padres le regalaron un pasaje en avión con destino hacia el extranjero, le abrieron cuentas en banco y le dieron las tarjetas llenas de dinero. A su vez, le comentó a sus padres que no quería regresar sino dentro de unos meses porque quería formar su carrera universitaria por allá.

Sus padres aceptaron y le dieron aprobación a su idea, él se fue muy contento. Por allá conoció muchas personas puesto que se la pasaba derrochando el dinero de fiesta en fiesta; y al pasar un corto tiempo entró en el mundo de las drogas y se volvió una adicta tanto así que hasta los estudios dejó.

Su mamá lo llamó, él no atendió y en vista de no tener respuestas viajó muy preocupada hasta Inglaterra buscando a su pequeño. Al llegar allá, lo buscó sin cesar y no lo podía encontrar, ya estaba desesperada y asustada.

Entonces la llamaron diciéndole que fuera de inmediato al hospital que habían encontrado el cuerpo de un jovencito que falleció por una sobredosis, ella angustiada se negaba a que fuese su hijo y fue a reconocer el cuerpo.

Efectivamente sí era Erick, ella muy destrozada y desconsoladamente lloraba sin parar no lo podía creer estaba muy mal, pedía explicación alguna de lo que había pasado.

En medio de tanto dolor, pensando y dándole vueltas al asunto en su cabeza; reflexionó y dijo:

– Si yo algún día hubiese aconsejado a mi hijo y no le hubiese consentido tantas tonterías, él hoy estaría aquí en vida conmigo y no en ese ataúd 😭.

El llanto de ésta madre era inconsolable porque se sentía muy culpable de lo que le había acontecido a su hijo. Pero lamentablemente ya no había nada por hacer, ya Erick estaba muerto.