NUNCA SEA DOBLE CARA
Una vez, un conejo deambulaba por un bosque cuando un perro lo vio desde la distancia y se dirigió hacia él a toda velocidad. El conejo, al ver que el perro se le acercaba, se echó a correr para evitar que lo mataran. A medida que el perro se acercaba más y más, el conejo ya no podía correr y se escondía debajo de un arbusto.
En poco tiempo, el perro llegó allí y se paró junto al arbusto. A estas alturas, el conejo había descansado bien. Entonces, dejó el arbusto y corrió hacia su madriguera lo más rápido que pudo.
El perro lo persiguió nuevamente y lo alcanzó justo antes de que pudiera entrar en su madriguera. Lamió el conejo y, a veces, también lo mordió. El conejo no podía entender por qué el perro estaba haciendo eso.
Entonces, le preguntó al perro: "¿Eres un amigo o un enemigo? Si un amigo, ¿por qué me muerdes, pero si un enemigo, por qué me acaricias? Por favor, sé simple".
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