Feliz día para todos. Comunidad #topfamily y @lanzjoseg.

Íbamos, mis hijos y yo, a entrar, a un supermercado, que está en esa misma acera.

En ese lugar trabajó una mujer, que gracias a Dios, no me la volví a encontrar.

En un tiempo atrás, que hubo escasez de leche, creo que fue hace unos 22 años, allí llegó la leche La Campiña, y por supuesto, que se llenó de una cantidad exagerada de gente, también por el racionamiento qué la situación conlleva.

Lo cierto es que cuando voy a pagar, la cajera, me dijo que me llevara otro pote de 2 kgs, que yo solo iba a pagar un pote y que la esperara afuera, para que se lo entregara. Que ella ya iba a salir, o sino que se lo entregara a alguien que estaba allí, que iba a ir conmigo. Yo aproveché que había mucha gente, que iba con mi hijo, que por su autismo, ni tolera, bullicio, ni gentío, ni espera ni nada y se altera, y le dije que no la oia.

Eso me lo decía mientras iba facturando, y yo le decía que no escuchaba por la bulla. Y me lo repitió varias veces, qué buscara otro pote, para que le hiciera esa segunda, y yo no, no oigo, no te entiendo y mi hija que andaba conmigo, guardando las cosas en la bolsa, salió rápidamente hacia el carro, como siempre, antes de que el niño formara el zaperoco. Y nos fuimos.

Yo me fui con mucho miedo de allí, yo no sabia, quien era el que se iba a ir conmigo, para que le entregara el pote en la calle. Yo ni levanté la cabeza, pague y vámonos.

Yo iba muy poco a ese supermercado y con esa anécdota me alejé más. A mi hija le conté lo que pasó ya en el carro.

Yo no volví a entrar a ese supermercado, cuando esa cajera estaba allí.

Hasta aquí mi participación, invito a @quiaratiby,
@yokondad y @blessedlife.

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