En una de esas tantas ocasiones, un abuelo caminaba con su nieto paseando por un parque en el centro de la ciudad, estaba de visita, conociendo el nuevo hogar de nieto. El niño, aunque apenas tenía poco tiempo de haberse mudado con sus padres a un nuevo lugar, más cerca del trabajo que le habían asignado a su papá, se sentía solo y le contaba al abuelo lo mal que la estaba pasando en su nueva escuela. Le decía que estaba muy triste, que los niños no querían jugar con él, que quería su vieja escuela y necesitaba a sus viejos amigos.

El abuelo escuchó muy atento cada palabra de su querido nieto mientras le daban, por quinta vez, la vuelta a la gran plaza. Cuando el niño parecía haber terminado su larga lista de inconformidades, con palabras llenas de comprensión y ternura el abuelo le invitó a sentarse en uno de los bancos que justo quedaba frente a uno de los pequeños jardines que adornaban la plaza pero al sentarse vio algo que le dio una idea. Se inclinó un poco y con tono de asombro señaló una planta que comenzaba a abrirse paso en el concreto de la acera y le dijo al niño ¿te fijaste en esa planta? y el niño, sin alzar su cabecita le respondió si, y añadió "'¡tiene mucha fuerza, rompió esa acera y ella está bien!". Su abuelo lo tomó por la barbilla, lo miró por unos segundos y le dijo, "¡Tu eres como esa planta!". Eres joven, fuerte y tienes mucho potencial. El niño con cara de de no haber entendido del todo lo que oía, le preguntó al abuelo, si yo soy la planta, ¿Quién es la acera? Entonces su abuelo de le dijo, ella representa todas las cosas malas que sientes que te están sucediendo, empezando por la mudanza, luego tus compañeros de clases y todo aquello que te ponga triste. Tu, al igual que la planta necesitas hacerte más fuerte cada vez y yo te ayudaré a que así sea para que de esa forma todo lo que te da tristeza se rompa, al igual que la acera.

El niño, alzó la cabeza y con los ojos henchidos de felicidad abrazó a su abuelo y le prometió que pondría de su parte y trataría de ser más fuerte ante las dificultades pero también le pidió que siempre estuviera a su lado porque si él era la planta su abuelo era su raíz.

Esa tarde el abuelo consoló y aconsejó a su nieto y luego, en su interior, le dio gracias a Dios por haber puesto esa maravillosa planta en su camino. Por haber usado la naturaleza para ayudar a su nieto.