Aló, mi amor. Te estoy llamando desde la verdurería. Lo que pasó fue que se me quedó la lista que me hiciste. La dejé olvidada en la mesa. Mira, dime qué es lo que tengo que llevarte. Me encuentro ahorita frente a los aliños.

¿Pimentón? Ah sí, por aquí hay rojos y verdes. ¿De cuáles quieres? Ah, está bien. Los rojos tienen mejor sabor. Bueno, yo no sabía nada de eso. Tú eres la que dominas las cosas de la cocina. Yo soy bueno solo para comer.

No, mi amor. No le tengo paciencia a la cocina. Por lo general se me queman las cosas o, si no, me quedan muy saladas o al contrario, sin sal y sin que sepan a nada. Es mejor no andar pasando penas con los demás. Si tú cocinas, los ingredientes no se pierden porque tienes buena sazón.

Por aquí veo también ajíes dulces, ¿te llevo? ¿Te hacen daño en el colon? Está bien, no llevo. Veo por acá unas berenjenas pura calidad. Sería bueno que me hicieras mañana unas tajadas de berenjena rebosadas. Eso es rico, parece pescado. O también sería bueno que hicieras crema de berenjena para untarle a las galletas de soda a eso de las 5 de la tarde.

Ah, por aquí hay algo que me encanta cuando las haces en ensalada: las vainitas. Incluso son divinas cuando las preparas junto a la carne guisada. Se encuentra la gloria cuando comes algo así. Por acá también veo cebolla morada. Estas tienen un sabor más intenso que las cebollas blancas, pero son excelentes combatiendo las gripes y los problemas en la garganta.

Ah, bueno, mi amor. Mejor continuamos con la charla cuando llegue a casita. Chao, nos vemos dentro de un ratico.

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