reflexión de vida sobre una mujer que limpia su conciencia con detergente

María, una mujer de mediana edad, pasaba los días limpiando casas de otras personas, mojando las manos en agua con jabón y frotando vigorosamente la suciedad. Cada mancha que quitaba del suelo parecía quitarle un peso de conciencia, lleno de arrepentimientos y malas decisiones. El olor a detergente llenó el aire, un aroma que asociaba con la pureza y el perdón. Mientras pulía los cristales vio reflejada su imagen: unos ojos cansados ​​pero decididos. Con cada movimiento rítmico de la tela, María se convenció de que podía borrar no sólo la suciedad, sino también las sombras de su pasado. La limpieza exterior se convirtió en una metáfora de su deseo de redención interior. Cada habitación luminosa era un paso hacia un alma más luminosa. Al final del día, cuando todo brillaba, María se sintió un poco más en paz, como si el detergente hubiera purificado también su corazón.