Steemit Engagement Challenge/ S12W2 – Un llamado a la consciencia

_{Imagen diseñada en PowerPoint/ F/ F/ F}

Son muchas las causas que, de acuerdo con los investigadores que se ocupan del comportamiento humano, han incrementado la violencia de nuestra población joven. Entre las más nombradas tenemos los cambios radicales que han ocurrido dentro de las relaciones familiares, las transformaciones acaecidas en el ámbito escolar y la influencia de los medios de comunicación y de la tecnología en general. Estos tres factores, sobre todo, se conjugan, según los entendidos, para que la rebelde juventud alcance los desmanes de esta época.

Es obvio que las condiciones de estos tiempos mantienen a los miembros de la familia separados durante casi todo el día. El padre y la madre trabajan, los hijos desde la más tierna edad son llevados a las instituciones de aprendizaje y el encuentro familiar ocurre, quizás, durante las últimas horas del día, con el agravante de que en ese tiempo deben hacer los preparativos para la próxima jornada. Es decir, por lo general, todos están ocupados en lo suyo y no existe un compartir de calidad para demostrarse a cabalidad sus sentimientos.

La escuela, por otra parte, otra de las instituciones primordiales en la evolución conductual de los jóvenes, ya no es el lugar de antaño donde se acudía solo a estudiar y a aprender todo lo que contribuyera a la formación de un ciudadano integral. La inevitable masificación, la recepción de individuos que ya desde el hogar traen graves deficiencias de comportamiento, los cambios de paradigmas en la forma de impartir el conocimiento, la pérdida de respetabilidad que ha sufrido la figura del maestro, entre otras cosas, han convertido a la escuela en un lugar en el que cualquier cosa puede ocurrir.

En cuanto a los medios de comunicación, desde que la televisión se convirtió en un artilugio omnipresente en todos los hogares, se ha alertado sobre su perniciosa influencia en la juventud. Hoy en día, los teléfonos móviles y la internet les ofrecen a los jóvenes infinitas opciones para estar todo el tiempo sumido en la pantalla, sin contacto con la realidad externa, interactuando dentro de un universo virtual donde pueden suceder los más violentos y extraños eventos.

Las bases más sólidas del comportamiento deben impartirse desde el hogar. Son los padres, o quienes se encuentren a cargo de los jóvenes, los que tienen que inculcarles, con su ejemplar proceder, los valores sociales e individuales para que se conviertan en excelentes hijos y buenos ciudadanos.

Es imprescindible, entonces, que se revisen las relaciones familiares, que sus miembros compartan una comunicación afectiva y efectiva en todo momento para que reine la confianza y se les pueda subrayar a los jóvenes sus mejores acciones y corregirles o advertirles igualmente las que no son adecuadas; que exista, en línea generales, un mayor acercamiento con el propósito de que la familia sea en verdad unida.

La escuela, por otra parte, debe estar en estrecho contacto con la familia de los jóvenes, cumplir con ese rol integrador que es propio de sus funciones. Si estas dos instituciones, de forma conjunta, se abocan a la noble tarea de educar a nuestros adolescentes, poniéndose de acuerdo en los criterios que deben privar para que estos reciban la mejor formación, se evitarían probablemente muchos de los problemas de comportamiento que observamos en la actualidad.

Solo los sólidos lineamientos que emerjan de la escuela y de la familia crearán conciencia en los jóvenes para no caer en los excesos que propician los medios tecnológicos o en cualquier otro que implique la inaceptable violencia.

Hoy en día, el individualismo se ha acentuado demasiado, debido a la influencia de los últimos avances tecnológicos de la comunicación. En tiempos anteriores, mirar televisión, por ejemplo, era un acto que se realizaba en familia. Había un solo aparato en la sala con tres o cuatro canales disponibles y todos observaban el mismo programa para comentar las cosas buenas y denigrar de lo que estaba mal hecho.

En estos tiempos, el artilugio más usado, el teléfono móvil, es un dispositivo que se experimenta en solitario. Y como ya señalamos, se encuentra conectado a una red que puede conducirnos a cualquier parte, incluyendo, por supuesto, los actos más escabrosos de la conducta humana. Este acceso indiscriminado a cualquier sitio va insensibilizando la mente que se habitúa a visitar esos lugares, tanto así que llega a considerarlo normal o, en el mejor de los casos, como algo ajeno a su condición humana. Eso lo convierte en un apático al dolor de los demás.

Los principios que me inculcó mi madre, sobre todo, son en esencia los mismos que les reitero siempre a mi familia. Entre ellos podría enumerar los siguientes: Respetar a las personas mayores, evitar por todos los medios de apropiarme de lo que no es mío, cumplir con las responsabilidades, hablar de manera adecuada, sin decir jamás obscenidades; saberme comportar de acuerdo con las circunstancias, cuidar mis pertenencias con esmero, ayudar a quien lo necesite con verdadero aprecio, valorar lo que los demás hacen por mí, ser agradecido, no maltratar a los más débiles, etc.

Invito a los amigos:
@yokondap,
@shabbir86 y
@doriscermeno27