Límites personales
Si tú me invitas a tu casa y la preparaste especialmente para recibirme, limpiaste la ordenaste detallada y cuidadosamente cada lugar, y entonces llego con mi perro, pero al rato él deja su sucio regalo en medio de la sala, es natural que eso te disguste.
Bajo esas circunstancias tu tienes todo el derecho de pedirme que te ayude a limpiar lo que hizo mi perro.
—No, yo no tengo que limpiar nada ¡Esta no es mi casa, límpialo tú!
—Digo sin darle la menor importancia a lo que hizo mi perro.
Y por negarme a limpiar algo que naturalmente es mi responsabilidad, me peleas y me exiges que lo limpie porque eso lo hizo mi perro, no tú. Pero como yo no quiero limpiarlo y tú sigues insistiéndome te digo: —Ya me tienes cansado con tus reclamos. Mejor me voy de aquí para que no me sigas fastidiando.
Y como no limpié lo que hizo mi perro, vez que eso está allí como un perfecto adorno en medio de tu sala.
¿Qué vas a hacer tú con esa cochinada que ahora tienes? ¿La dejas allí esperando a que yo recapacite, te pida disculpas y lo limpie ¿O lo dejas ahí sin importar que su fetidez recorra todo el ambiente de la casa molestando todo el recinto, mientras cada vez más se va llenando de moscas que después contaminarán la comida? Si lo dejas allí tendrás que caminar con cuidado por en medio de la sala para no pisarla. Y cualquier otro que esté en tu casa también tendrá que estar alerta.
Estoy seguro que pensarías que lo mejor es que lo limpies tú si yo irresponsablemente no quise hacerlo. Esperar a que yo lo haga indudablemente te causa más problemas que tomar acción por ti mismo.
Y aprendiendo de esa mala situación adquieres experiencia, así que no me permitirás nunca más la entrada a tu casa incluso si voy a visitarte sin mi perro, porque quién sabe si te hago otra cosa, ¿no? Es más, tampoco me volverías a invitar.
¿Y sabes qué más harás? Le dejarás bien claro a todos lo que invites a tu casa que vengan sin mascotas sin importar la especie, porque después de todo, cualquier tipo de mascota podría dejar otro sucio regalo en tu casa. Y haces todo esto para asegurarte de que no te vuelva a pasar lo mismo, y por eso dejas los límites bien claro a todo el que inesperadamente visite tu casa, o a cualquiera que tú invites.
Lo que pasó aquella vez no fue tu culpa poque no fue tu perro, pero tú decides quién entra a tu casa y qué cosas permites en tu casa.
Si hubieras dejado aquel sucio regalo en la sala, no solamente te hubieras terminado de contaminar, sino también te hubiera afectado mentalmente molestándote cada vez que lo ves en medio de la sala.
Y eso mismo también pasa en las relaciones interpersonales, tú no eres responsable de lo que los demás te hacen, no es tu culpa, pero sí es tu responsabilidad sanar lo que te hicieron. También es tu responsabilidad poner límites a los terrícolas que llegan a tu vida para asegurarte de que no te vuelva a suceder lo que una vez te hicieron, y tienes que hacerlo porque esas heridas socaban tu autoestima. Es totalmente tu responsabilidad cuidar tu propia persona.
"Wow! 🤩 What a thought-provoking and relatable post, @alberttburgos! 😊 I love how you use the analogy of your dog's "sucio regalo" to illustrate the importance of setting boundaries and taking responsibility for one's own space and well-being. 💡 It's so true that we can't control what others do, but we can choose how we respond to it. 💪
Your post also made me think about the parallels between personal relationships and community interactions on Steemit. 🤝 It's up to each of us to create a positive and respectful environment for everyone.
Thank you for sharing your wisdom and insights with us! 😊 I'm going to vote for @xpilar.witness (https://steemitwallet.com/~witnesses) because their efforts contribute so much to the growth and success of our community. 🙌"
Usar esa analogía para explicar explicarme me pareció una buena idea.
Me gusta resaltar estos temas porque muchas veces, por el aprecio que le tenems a alguien, no nos hacemos responsables de lo que sentimos, pensamos o hacemos.
Y en la mayoía de los los casos no asumimos la responsabilidad de nuestra vida ni siquiera porque le tengamos aprecio a otros, sino porque no hemos aprendidio a valorar nuestro propio ser.
Muchas veces uno mismo termina siendo enemigo de su propio ser y no nos damos cuenta, y eso ocurre en la sociedad con más frecuencia de lo que muchos se imaginan.