Nuevamente el mirador del "Cerro Los Chivos" fue el escenario para conectarnos con Dios y con la naturaleza, al mismo tiempo que aprovechábamos como familia para seguir disfrutando de la Fiesta de Pentecostés; celebrando siempre lo que Dios celebra y aborreciendo lo que Él aborrece.

Esa Fiesta de Pentecostés es una celebración ordenada por el Todopoderoso en donde el cielo y la tierra vuelven a reconectarse gracias a la venida del Espíritu Santo. Ahora, los mandamientos de Dios no están escritos en piedra, sino en la tabla de nuestro corazón. ¡Que hermoso!

Nos pusimos en marcha muy temprano, poco antes de las siete de la mañana. Mí esposa, nuestras hijas, mí suegra y varios hermanos de la congregación nos dimos cita en el mirador. Mientras llegaban todos aprovechamos para hacer un poquito de ejercicio y disfrutar del aire puro, de ese clima de montaña tan sabroso.

Es hermoso ver cómo los pequeñitos de la casa disfrutan esa experiencia, aprenden viendo la naturaleza y van desarrollando amor por la tierra; apartando, aunque sea por un rato, la dependencia a las pantallas y a la tecnología. Además, aprovechamos para instruirlos en lo espiritual de una forma práctica.

Al llegar los hermanos, tuvimos un tiempo hermoso de oración, clamor y adoración. Empezó a lloviznar un poquito pero era prácticamente un rocío que no impedía en absoluto que siguiéramos en nuestra actividad. Al contrario, era cómo una especie de manifestación divina de agrado por estar allí reunidos como hermanos, siendo uno con nuestro Creador.

Luego bajamos por un lugar donde yo, particularmente, nunca había pasado y fue muy divertido también porque al principio el camino era fácil y llano, pero luego se puso un poco más empinado y resbaloso porque las piedras estaban mojadas por la pequeña llovizna que cayó.

Realmente fue un tiempo muy especial porque el cuerpo se ejercita, el alma hace higiene mental y el espíritu es fortalecido. Por otra parte, siempre es grato propiciar momentos en donde podamos compartir con la familia de la fe y, en comunión con Cristo, seamos todos edificados cómo cuerpo.