Chivo, chiva, cabra, cordero, oveja, cabrito o borrego... ¡No sé que son! Así transcurrió mi día, muerta de la risa.

Cuán difícil es identificar a estos animales, ni buscando en Internet quedé conforme. Me hace falta la información de un experto para que con detalles me diga quién es quién.

Estas especies son familia de los bueyes y las vacas_{¡Bravo que inteligente! ja,ja,ja}. Los ovinos son las ovejas y a la familia de los caprinos pertenecen las cabras. _{¡Uy! Dios bendito, espero no equivocarme ja,ja,ja}

Como pueden observar, estos animalitos digieren con facilidad el pasto por esta razón los llaman rumiantes. Como dato curioso, no tienen dientes y poseen cuatro estómagos.

Mi intención en este día fue acompañar a mi nieto a su juego de béisbol. Al llegar al estadio, escuché balido de ¿cabras? Se encontraban muy cerca, creí que eran dos o tres pero cuando miro hacia una pequeña quebrada detrás de mi, observé que eran varias, alrededor de diez entre machos, hembras y sus crías.

Pero ojo, no me encontraba en un campo, ni una sabana, ni en el llano, me encontraba en la ciudad de Caracas, en plena capital de Venezuela ¿Cómo entender esta naturaleza urbana y salvaje?

Miro hacia otro lado y están en plena vía dos machos, una hembra y dos de sus borregos o cabritos. Contemplé la escena por un rato. Vi como la madre guiaba a sus pequeños trasladado de un lugar a otro. Mientras tanto, ambos machos quedan pendientes de la retirada de la hembra y crías.

Cuando la cabra toma distancia, los machos adoptan posición de combate. No hubiese dicho esto con tan solo mostrar la foto. Seguí mirando a ver que sucedía y ambos animales se mostraban molestos, algo de celo había por allí. Uno pateaba al otro.

Ninguno mostraba debilidad, ni tampoco corría para evitar la pelea, al contrario, los retadores deseosos de marcar territorio, emitían sonido con su garganta y sus patas continuaban golpeando.

Quedaron luego frente a frente; cabeza a cabeza, con miradas fijas, permanecieron estático y en silencio por corto tiempo.

Al fin uno de ellos marca la retirada y sigue a la hembra.

¡Carajos! no sé con qué agilidad el animal venía como caballo desbocado hacia mí. Me atacó la risa y corrí hasta la puerta del terreno de béisbol, los visitantes se burlaban, seguro ya habían vivido la misma experiencia de verse acorralados por las cabras. _{¡Susto y risas a la vez!}

Dicen que cada novato ha de pagar su novatada.

Primera vez que visito ese estadio, me enteré que ese el lugar donde habitan los animales ¿Cómo?, ¿un terreno de béisbol es el habita natural de la familia bovidae?

Pues sí, fue en este momento cuando pude entender el asunto. Las cabras no venían correteándome, venían a su casa. Era yo quien les invadía su espacio, no ellas el mío ¡Increíble! Aunque igual, seguía asustada.

No fui capaz de acercar la cámara para una toma en primer plano. Sentía que podía ser un riesgo grande.

Me hice a un lado y me dediqué observar más comportamiento. Al compás de los balidos, se alistaban uno al lado o detrás del otro, marchaban coordinadamente siguiendo una voz de mando.

Me dio tristeza porque el sol era inclemente. Las pobres cabras y sus crías parecían huir del fuerte calor generado por la alta temperatura del día, los cabritos se veían deshidratados, flacos, débiles.

Tanto los pequeños como los más grandes buscaban a la hembra para amamantarse e hidratarse, el pasto no les fue suficiente a los pequeños.

Pero las madres también esquivan a los cachorros, puede que también se hallen agotadas.

Cada padre cuida de la hembra y sus pequeños. No se separa de ellos, siempre se muestra allí para guiar y defender en caso de ser necesario.

Mientras la madre amamanta, el padre vigila y custodia.

Los arrea, le emite sonidos y protege a su manera. Las crías son importantes para ella y para él también.

La escena más hermosa que logré capturar fue esta. Papá, mamá e hijito como una familia feliz adaptados a un lugar que no es el más deseado, la ciudad.