Hola amigos latinos, paso por acá para compartirles de las jornadas que enriquecen el trabajo y las labores en mi país.

En el llano venezolano nos encontramos con múltiples faenas entre ellas se encuentra el procesamiento artesanal de la caña de azúcar, de manera que es muy propicio mencionar que visité a un viejo amigo, que a pesar de vivir en la comunidad, lo visito con poca frecuencia, me refiero a Don Ramón Quinto, conocido como “el dulce Ramón” en virtud de que desde muy joven, él y su difunto hermano Heriberto, se han dedicado a la molienda de caña, mediante el uso de su viejo trapiche y a la fabricación artesanal de panelas o papelones, melao, batíos, melcochas, madrinas entre otras exquisiteces derivadas de la caña, que se siembran en esta comunidad.

El dulce Ramón es una persona despierta, servidor, con una fluida conversación y con una dilatada experiencia en ese arte, no es matemático, agrónomo, astrologo, ni médico, pero sabe calcular cuántos litros de jugo le producirá el lote de caña que le arriman, si el cultivo fue bien manejado agronómicamente, sabe con seguridad cuando va a llover y diagnostica enfermedades y les indica a sus clientes y amigos las plantas medicinales y las formas como prepararlos para resolver el problema de salud y para ello no requiere de un amueblado consultorio y de largas recetas escritas, porque no sabe leer.

El trapiche del dulce Ramón durante los meses de septiembre hasta finales de abril, no deja de dar vueltas, triturando cañas y extrayéndoles el dulce jugo de su abundante néctar, el cual es procesado a través de 2 jornallas las cuales son alentadas por un vivo fuego producido por leña, la cual hierve y merma hasta llevarlo al punto requerido para la elaboración del subproducto que vaya a producir, precisamente ese día produjo un cremoso, espumoso y espeso melao, el cual vende a las panaderías para hacer unas pequeñas tortas llamadas catalinas; lo acompañe hasta las 1pm. Es decir hasta obtener el producto final.

Tomé café endulzado con ese producto y con la musa despierta, me fui recitando las siguientes coplas que llegaron a mi mente:

Viejo trapiche cañero, que descansas en la noche
Que en tu continuo girar, nunca sueltas un reproche
Y el dulce Ramón alegre, vive como buen guerrero.

Gracias por leer mi post.